Los roles de género han estado, tradicionalmente, asociados al lesbianismo de una forma incorrecta. ¿Cuántas veces hemos escuchado la expresión «marimacho» que a mí me chirría siempre? Es bueno que reflexionemos por qué se han construido y cómo tenemos que afrontarlos hoy.
Roles de género y lesbianismo: una distinción delicada que llama a la reflexión
Hay que señalar que, aunque siempre ha existido el lesbianismo, los roles de género asociados a este son una construcción relativamente reciente. No en vano, aunque tenemos los diarios de Anne Lister a primeros del siglo XIX, estos eran en clave. No es hasta bien la segunda mitad del siglo XIX cuando podemos hablar de las primeras escritoras abiertamente lesbianas, como Gertrude Stein o Radclyffe Hall. Virginia Woolf, aunque tuvo relaciones con mujeres, se podría considerar bisexual.
En el imaginario de la época, las primeras escritoras lesbianas públicas eran, también, feministas. En algunos casos vestían ropa «masculina» o fumaban, conquistando espacios considerados de hombres. Y, dentro del discurso patriarcal y machista de ridiculización del feminismo, se presentaba a las mujeres que defendían la igualdad de sexos como «poco femeninas». De ahí a que se las considerase «marimachos«, como podemos ver, hay un paso. Por desgracia, ese estereotipo sigue hoy vigente y hay residuos en la sociedad; los roles de género asociados a lo masculino y lo femenino se usaban como herramienta de dominación.
Hay que decir, no obstante, que en el lesbianismo, ya entonces, no había un patrón claro. Existían varias formas de proyectarse hacia el exterior, de ahí que no podamos decir que haya un criterio unificado. Simplemente, había un discurso de acompañamiento para justificar una situación de discriminación
Nos entendemos con las queer, pero hay algunos matices
Nosotras asumimos, pues, que no hay un único estereotipo ni una única manera de ser lesbiana. ¿Por qué? Porque no hay una única manera de ser mujer, de la misma manera que no existe una única manera de ser hombre.
Ahora bien, y en eso sí que nos diferenciamos de las queer, consideramos que sí existe lo femenino y lo masculino. Esto no significa que, a lo largo de la vida, no pueda haber algún matiz en la orientación sexual, pero no consideramos que ese gusto sea un constructo social. Respetamos a las queer como compañeras de lucha y puede haber relaciones de pareja entre lesbianas y queer, pero siempre asumiendo que existe esta identidad que no hay que borrar y diluir. Este es un punto importante, porque hay quien vive la identidad sexual como algo fluido, pero una lesbiana solo tiene atracción hacia mujeres.
Sería una pena que, después de tanta lucha para lograr nuestro reconocimiento, ahora se nos borrara. Por eso, en los últimos años ha habido un cierto debate dentro del movimiento LGTBIQ+ y en el feminismo. Confío en que los debates sean constructivos y para bien, porque, al final, compartimos interseccionalidades.
Los roles de género en el lesbianismo no están predeterminados, pero reconocemos nuestra condición femenina porque es la nuestra. ¿Qué piensas sobre los discursos sobre roles? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!
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