En pleno siglo XXI, la lesbofobia, el odio contra lesbianas solo por serlo, sigue existiendo en algunos sectores de la sociedad española. La noticia reciente de un juicio en Sagunto (Valencia) por un delito de odio contra una mujer lesbiana o el juicio a Luis Rubiales por agresión sexual a Jenni Hermoso nos recuerdan que tenemos que estar alerta ante estas actitudes. Aquí compartimos algunos ejemplos…

Odio contra lesbianas en España, las cifras más recientes

Sabemos que en todas partes hay lesbofobia, pero el caso de España nos enseña que, por desgracia, hay mucho camino que recorrer. Uno de los problemas que tenemos al hacer una lista de delitos de odio contra lesbianas es que la inmensa mayoría ni siquiera se denuncian. Según los cálculos que hace FELGTBIQ+, estos son una clara minoría en relación con el total. 

Pero, si vamos más al detalle, resulta que, dentro de esta estadística, que es para todo el colectivo, las mujeres lesbianas están entre los colectivos más vulnerables. De hecho, declararon en el informe de FELGTBIQ+ haber sufrido acoso en el último año (29,5 %), discriminación (28,50 %) o agresiones de cualquier tipo (10,5 %). Estas cifras, referidas a 2023, no hacen si no reflejar lo que todas hemos vivido alguna vez. ¿Cuántas veces no hemos escuchado un comentario vejatorio o inapropiado cuando sabían que éramos lesbianas? ¿Cuántas veces no hemos tenido que pararle los pies a alguno (o alguna) que frivolizaban con nuestra condición sexual? 

Si buscamos más concreción, la tenemos en el informe sobre Delitos de Odio de 2023 que el Ministerio del Interior hizo público en 2024. Aquí se indica que hubo 522 delitos de odio por identidad sexual u orientación de género. Aunque es un aumento con respecto al año anterior, todas sabemos que la cifra que consta aquí es mínima. Y todas sabemos que el miedo sigue existiendo, pese a que tendría que ser cosa del pasado.

Esto no solo afecta a las personas que sufrimos esto directamente, sino a aquellas que no han dado el paso. La homofobia interiorizada en muchas lesbianas existe, entre otras cosas, por estos hechos de persecución y odio que no han desaparecido. Esa es una piedra en el camino que dificulta la plena normalización social. 

Un rayo de optimismo…

Sin embargo, no quiero dejar de decir algo: denunciar no significa renunciar ni negar los avances. Sigue habiendo lesbofobia, sí, pero soy muy optimista con las nuevas generaciones que vienen. Hoy que dos chicas jóvenes se besen en público en la Universidad ya no se ve como algo raro en la mayoría de lugares de España. Y, pese a todos los reveses que nos duelen a todas, poco a poco estamos mejorando.

Estar alerta ante esta situación, pues, no significa ni mirar atrás ni con odio o rencor al odio contra lesbianas. Significa ayudar a nuestras compañeras, aplicar la sororidad en la práctica, decirles que no están solas y expresar con Orgullo, cada a una a nuestra manera, lo que somos. Porque ser lesbianas es diferente, ni mejor ni peor que nada, es, simplemente, vivir en plenitud y aceptarnos.