Lo tengo muy claro. Las apps de citas son ese maravilloso invento que prometía ser la solución definitiva para encontrar el amor (o algo parecido) en la era moderna. Te descargas la app, subes cuatro fotos donde pareces modelo de catálogo (aunque en realidad esa luz mágica fue pura chiripa), y te lanzas a deslizar como si no hubiera un mañana. Pero, ay amiga, lo que parecía un plan sin fisuras se convierte en un bucle infinito de conversaciones eternas que jamás terminan en una cita.
«Hola, ¿qué tal?»: el saludo universal y eterno en las apps de citas
El 90% de las conversaciones en estas apps empiezan con un «Hola, ¿qué tal?». Y claro, ¿qué vas a responder? «Bien, ¿y tú?». En este punto, hay dos opciones:
- La conversación muere aquí, como una planta olvidada sin regar.
- La cosa sigue, pero con un entusiasmo equivalente al de un lunes por la mañana.
Luego llega la ronda de preguntas básicas:
- «¿De dónde eres?»
- «¿A qué te dedicas?»
- «¿Qué haces en tu tiempo libre?»
Todo parece una entrevista de trabajo, pero con emojis. Aunque cuidado, porque si usas demasiados, puedes parecer una adolescente atrapada en el cuerpo de una adulta.
El temido «¿Y qué buscas por aquí?»
Esta es sin duda la pregunta del millón. Porque, claro, ya se sabe que en las apps de citas hay de todo: gente que busca pareja, amistades, o simplemente pasar el rato. Y aquí es donde empieza la danza del disimulo:
- «Bueno, no sé, lo que surja.» (Traducción: no quiero comprometerme ni a lo que estoy diciendo).
- «Estoy abierta a conocer gente interesante.» (Traducción: voy a decidir si eres interesante después de tres mensajes).
Responder esto es como caminar por un campo de minas. Si dices que buscas algo serio, pueden huir como si les persiguiera un león. Pero si dices «nada serio», igual te encasillan en el grupo de las que nunca contestan.
El «¿Quedamos?» que nunca llega
Cuando la cosa parece que avanza, llega la fase del flirteo. Aquí entra el repertorio de frases como:
- «Eres más maja que las pesetas.»
- «¿Siempre eres así de simpática o es solo conmigo?»
Pero cuando parece que todo va bien, surge un fenómeno inexplicable: nadie da el paso para quedar. Por alguna razón que se desconoce, las apps están llenas de personas que prefieren mantener relaciones platónicas y virtuales hasta el fin de los días. Si te atreves a proponer un café, puede que te digan algo como:
- «¡Claro! A ver cuándo tengo tiempo.»
Y ese «a ver cuándo» es el principio del fin.
Aunque sea frustrante, las apps de citas tienen algo adictivo. Quizás sea la esperanza de encontrar a alguien especial o simplemente el entretenimiento de charlar con desconocidas mientras haces cola en el supermercado. Lo cierto es que, aunque muchas conversaciones no lleguen a ningún lado, siempre queda la ilusión de que la próxima podría ser la buena.
Mientras tanto, seguiremos deslizando, respondiendo «¿qué tal?» y lanzando indirectas para una cita que, probablemente, nunca ocurra. Pero, oye, ¡que no falte! ¿No? 😜
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