Por desgracia, vivimos en un mundo que todavía lucha por aceptar la diversidad, las lesbianas seguimos siendo objeto de insultos, prejuicios y discriminación. Sin embargo, lo que muchos no entienden es que esos ataques no nos debilitan; al contrario, nos hacen más fuertes. Cada palabra que intentan utilizar como un arma se convierte en algo que nos hace ser más fuertes.Transformamos el dolor en poder.

Los insultos son el reflejo de la ignorancia

Cuando alguien insulta a una lesbiana, lo hace por miedo o ignorancia. Es un intento de imponer su visión limitada del mundo sobre quienes simplemente vivimos nuestra verdad. Pero esos insultos no dicen nada sobre nosotras; pero sí de quien los profiere. Nosotras no somos el problema, sino los prejuicios que aún persisten en la sociedad.

Cada vez que escucho un comentario despectivo, pienso: «Esto no me define». Porque ser lesbiana no tiene porqué dar vergüenza ni es algo que deba esconderse. Al contrario, es una parte fundamental de mi identidad, algo que me hace ser quien soy. Así que, si alguien intenta usar mi orientación sexual como un arma para hacerme daño, solo consigue reforzar mi orgullo.

La fuerza de la comunidad

Y por suerte, no estamos solas. Cada insulto que recibimos es también un ataque hacia toda una comunidad que ha luchado durante décadas por sus derechos y su visibilidad. Pero esa misma comunidad nos sostiene y nos da las herramientas para resistir.

Cuando veo a otras lesbianas enfrentarse a los prejuicios, siento una fuerza enorme. Es como si cada insulto se transformara en un ladrillo para construir algo más grande: una red de apoyo, amor y solidaridad. Juntas hemos aprendido a transformar el rechazo en motivación para seguir adelante.

Convertir el dolor en empoderamiento

No te voy a mentir: los insultos duelen. Las palabras tienen mucho poder. Pero ese dolor no es eterno ni definitivo. Con el tiempo, aprendemos a canalizarlo en algo positivo. Cada uno de esos insultos es una forma de recordarnos por qué hay que seguir luchando, por qué es tan importante ser visibles y por qué no vamos a permitir que nadie nos haga sentir menos que otra persona.

Lo que importa no son las palabras de quienes intentan hundirnos, sino lo que hacemos y nuestra capacidad para mantenernos firmes. Ser lesbiana en una sociedad que aún tiene mucho por aprender no es fácil, pero tampoco es una carga; es una oportunidad para demostrar nuestra fortaleza.

Más fuertes cada día

Así que sí, tus insultos me hacen más fuerte. Me recuerdan que tengo algo por lo cual luchar y que mi existencia desafía las normas injustas de una sociedad heteronormativa. No voy a pedir permiso para ser quien soy ni pienso disculparme por amar a quien amo.

Cada vez que alguien intenta apagar nuestra luz con palabras de odio, respondemos brillando aún más fuerte. Porque ser lesbiana no es solo parte de nuestra identidad; es también una declaración de resistencia y orgullo en un mundo que necesita más amor y menos prejuicios.