¿Quién de nosotras no ha ido a pasarlo bien alguna vez a un karaoke? Para las lesbianas es un ritual nocturno, una excusa para beber un poco y hacer el ridículo. Es como nuestros Juegos Olímpicos de la seducción. Pero, yo me pregunto, ¿qué tiene el karaoke que tanto nos gusta?

El poder de una balada bien elegida en un karaoke

Entras en el bar y ves a esa chica que te tiene loca desde hace mucho tiempo, y de repente, como si el universo te quisiera decir que es hora de hacer algo, suena I wanna dance with somebody de Whitney Houston. Es tu momento. Te acercas al micrófono con gran confianza. Porque, seamos sinceras, no hay forma mejor de decirle a alguien que te gusta que cantándole desafinada «I need a woman who’ll take a chance on a love that burns hot enough to last” (Traducción literal: Necesito una mujer que se arriesgue con un amor que arda lo suficiente para durar)

La guerra de los géneros musicales

En el karaoke es muy importante elegir bien la canción que vas a cantar. Es como un código secreto. Si eliges algo de Melissa Etheridge, estás prácticamente gritando «¡Soy lesbiana!» al mundo. Si te decantas por Girls just want to have fun, probablemente estés en tu fase de experimentación. Y si te atreves con All the things she said de t.A.T.u., bueno, digamos que estás mandando señales confusas que ni tú misma entiendes.

El síndrome de la guitarra invisible

¿Has notado que siempre hay una que se emociona tanto que empieza a tocar una guitarra invisible? Es como si en el ADN lésbico viniera incluido un gen que nos obliga a convertirnos en rockeras frustradas cada vez que suena Bon Jovi. Nota mental: aprender a tocar la guitarra de verdad para la próxima vez.

El dueto: la versión lésbica del cortejo

Cuando dos chicas deciden cantar juntas, el bar contiene la respiración. Es como presenciar un ritual de apareamiento. La tensión sexual es tan palpable que podrías cortarla con un cuchillo. Si sobreviven a un dueto de Don´t go breaking my heart sin besarse, es que una de las dos es hetero o tiene novia. No hay término medio.

La maldición del segundo estribillo

Hay un fenómeno curioso que ocurre en el karaoke. Todas empezamos la canción con la energía de Megan Rapinoe marcando un gol, pero llegado el segundo estribillo, nos entra una especie de crisis existencial. De repente, la letra de I will survive cobra un nuevo significado y acabamos llorando abrazadas a la chica que acabamos de conocer hace 10 minutos.

El after: cuando el karaoke termina, pero la noche no

Lo mejor del karaoke es el después. Todas hemos acabado en un McDonald’s a las 4 de la mañana discutiendo sobre quién cantó mejor. Es en estos momentos cuando se forjan las verdaderas conexiones. O al menos eso nos decimos para justificar el hecho de que mañana tendremos la voz como si nos hubiéramos fumado tres paquetes de tabaco. ¿O no?