Una pregunta demasiado seria para empezar el día, ¿no? Me ha pillado con el café a medias y los ojos con legañas todavía, pero bueno, vamos a reflexionar un poquito sobre esto, ya que el gordo de la lotería no ha tocado en esta casa.
El amor no es un quinto premio
Venga, chicas, seamos sinceras. Si hablamos del gordo para una lesbiana lo primero que se me viene es que encuentres a esa mujer que te haga perder el norte por completo. Sí, sí, a esa que te deja más tonta que un pez fuera del agua con solo mirarte.
Pero ojo, que esto del amor no es moco de pavo. Que una cosa es el flechazo y otra muy distinta es construir una relación que dure. Ahí está el verdadero premio gordo: encontrar a alguien con quien compartir risas, llantos, series de Netflix y discusiones sobre quién se ha acabado el papel higiénico sin reponerlo.
Salir del armario: cuando la vida te da un pellizco. Otro premio gordo
¿Y qué me dices de ese momento en que por fin te atreves a salir del armario? Uf, qué liberación. Es como si de repente te quitaras una mochila de 50 kilos de la espalda. Vale que al principio da un miedo muy grande, pero una vez que lo haces… madre mía, qué subidón.
Recuerdo cuando se lo dije a mis padres. Pensaba que me iba a dar algo. Y mira, resultó que mi madre ya lo sabía (las madres siempre lo saben todo) y mi padre solo me preguntó si iba a seguir viendo el fútbol con él los domingos. Premio del año, sin duda.
Encontrar a gente que comparte tus experiencias
Otra cosa que para mi es impagable es encontrar tu sitio en la comunidad. Ese momento en que te das cuenta de que no estás sola, que hay un montón de lesbianas como tú ahí fuera. Vamos, como cuando entras en tu primer bar de ambiente y piensas «ostras, pero si esto está lleno de lesbianas». Es como si de repente el universo te guiñara un ojo y te dijera «tranquila, nena, que aquí estamos todas».
El trabajo de tus sueños (sin armarios de por medio)
Y eso conseguir un curro donde puedas ser tú misma sin tener que esconderte… Eso sí que es un premio gordo en toda regla. Poder hablar de tu novia en la comida de empresa sin que se haga un silencio incómodo. O llevarla a la oficina sin tener que presentarla como tu «amiga especial”.
La lucha que no cesa
Pero no todo es color de rosa, ojito. Ser lesbiana en esta sociedad es muy complicado. Que sí, que la cosa ha cambiado y se han dado muchos pasos hacia adelante, pero aún queda mucho. Cada pequeña victoria, cada derecho ganado es un mini gordo. Y lo mejor es que lo compartimos todas.
Para rematar
En fin, que ser lesbiana tiene sus más y sus menos, como todo en esta vida. Pero si me preguntas por el gordo, te diría que es poder ser tú misma, sin filtros ni disfraces. Vivir tu vida a tope, querer a quien te dé la gana, y mandar a la mierda a quien no le guste.
Y si encima te toca la lotería de verdad, pues oye, miel sobre hojuelas. Pero vamos, que con o sin décimo premiado, ser lesbiana ya es un premio en sí mismo. Así que ya sabéis, chicas: a vivir, que son dos días. Feliz Navidad.
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