¡Ay, el amor! Ese sentimiento que nos hace perder la cabeza y, en ocasiones, hasta la dignidad. Todas hemos tenido alguna cita que ha salido rana, de esas que te hacen plantearte si no sería mejor quedarte en casa viendo series con tu gato. Pero, ¿sabéis qué? Esas experiencias son las que luego dan para las mejores anécdotas. Vamos a repasar algunas situaciones que seguro que te suenan…

El restaurante equivocado perfecto para una cita desastrosa

Imagínate la escena: has quedado con esa chica guapísima de la oficina, te has puesto tus mejores galas y has llegado puntual al restaurante. Pero pasan los minutos y tu cita no aparece. Empiezas a mosquearte, hasta que recibes un mensaje: «¿Dónde estás? Llevo media hora esperándote». Resulta que hay dos restaurantes con el mismo nombre en la ciudad y cada una ha ido a uno distinto. Para cuando os dais cuenta, ya es tarde para cenar y acabáis tomando un kebab de pie en una esquina. ¡Vaya glamour!

La ex inoportuna

Estás en plena cita con esa chica que te tiene loquita. La conversación fluye, las miradas se cruzan… y de repente, ¿quién aparece? Ni más ni menos que tu ex, con su nueva pareja. Se acercan a saludar y lo que iba a ser una cena romántica se convierte en un encuentro a cuatro bandas digno de una comedia de enredo. Tu cita no sabe dónde meterse y tú solo quieres que se abra un agujero en el suelo y te trague.

La mentira que se fue de las manos

Todas hemos exagerado un poquito en alguna cita, ¿verdad? Pues ojo con pasarse de la raya. Una amiga le dijo a su ligue que era una experta esquiadora. Total, que ella se lo creyó y le propuso ir a la sierra el fin de semana siguiente. La pobre no tuvo más remedio que confesar que la última vez que había visto la nieve fue en un anuncio de turronesMenos mal que ella se lo tomó a risa y acabaron tomando chocolate caliente en la cafetería de la estación.

El momento «tierra, trágame»

Vas tan emocionada a tu chica que se te olvida que llevas los calcetines desparejados. O peor aún, que tienes un agujero en el pantalón justo en la entrepierna. No pasa nada, piensas, nadie se va a dar cuenta. Hasta que os sentáis en un banco del parque y notas cómo la brisa acaricia zonas que no deberían estar expuestas al aire libre. Tu cita te mira con cara de circunstancias y tú solo quieres salir corriendo.

El final inesperado

A veces, las citas desastrosas tienen un final feliz. Conozco a una pareja que en su primera cita acabaron en urgencias porque a a mi amiga se le ocurrió impresionarla haciendo malabares con los cubiertos y se clavó un tenedor en la mano. Ella se pasó la noche consolándole mientras le ponían puntos, y desde entonces no se han separado. Como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga. ¿No?