¿Te suena el nombre de Elizabeth Arden? Estoy segura de que sí, pero deja que te diga que es mucho más que el nombre de una marca de cosméticos.
¿Quién era Elizabeth Arden?
Además de ser una mujer de negocios que hizo mucho dinero y fama en el mundo de los cosméticos, era una mujer que vivía una historia de amor nada convencional para su época.
Antes de ser Elizabeth Arden, se le conocía como Florence Nightingale Graham, y en el año 1908 conoció a una representante literaria, Elisabeth Marbury. Eran mujeres muy diferentes que, sin embargo, formaron una de las parejas más discretas y duraderas de la alta sociedad de Nueva York.
Según los registros de la época, Marbury era obesa y muy lesbiana, y no lo ocultaba. No encajaba con la imagen que Arden quería proyectar. No obstante, el flechazo fue inmediato y muy pronto se convirtieron en pareja.
Un amor a escondidas
Sin lugar a dudas, la sociedad de principios del siglo XX no estaba preparada para aceptar una relación de lesbianas, y menos si una de ellas era una figura pública, como le pasaba a Elizabeth Arden. Fue por ese motivo por el que las mujeres decidieron llevar en secreto su relación y hacerse pasar por simples amigas.
Arden estaba obsesionada con su imagen y con la de su marca, por lo que se inventó un marido para que nadie rumoreara sobre su orientación sexual. Fue una farsa, sí, pero gracias a eso puedo mantener intacta su reputación mientras tenía una relación de verdad.
El imperio de Elizabeth Arden
Mientras ocultaba su vida personal, Arden se dedicó a crear su imperio. Veía el maquillaje como una forma de realzar la belleza, no de ocultarla. Y eso la llevó al éxito. Sus salones, todos con puertas rojas, fueron el punto de encuentro de la alta sociedad.
Su pareja la apoyaba incondicionalmente, además de ser su confidente y su consejera en todo. Y es que Marbury tenía una importancia en el mundo literario que también ayudó a Arden, ya que le permitió llegar a mujeres muy influyentes que acabarían siendo sus clientas.
Lo que dejó detrás de ella
Elizabeth Arden murió en el año 1966 y dejó un imperio valorado en más de 60 millones de dólares. La marca hoy es sinónimo de lujo y calidad.
Además de tener un gran éxito en el mundo de la empresa tuvo una relación sincera que demuestra que si se quiere, se puede. Es verdad que la tuvieron toda la vida oculta, pero entre ellas hubo apoyo y compromiso siempre. Por desgracia, no es la única historia de amor que ha tenido que estar escondida por la incomprensión de la sociedad, aunque no quiere decir que no se pueda vivir.
Arden dejó mucho más que una marca de productos de belleza. Muestra que si tu amor es de verdad se puede vivir, y que sí, que las apariencias engañan, claro.
Dime, ¿tú conocías la historia de esta mujer? Te leo en los comentarios.
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