Hoy te quiero hablar de un tema que sigue siendo un quebradero de cabeza para muchas chicas: la homofobia en el entorno familiar. Y es que, por mucho que avance la sociedad, parece que en algunas casas el tiempo se ha quedado congelado en la época del No-Do.
El armario de cristal que todos ven y nadie rompe
Imagínate la escena: tienes 20 años, llevas tiempo sabiendo que te gustan las mujeres, pero en tu casa… mejor ni mencionarlo. Tus padres te preguntan cada dos por tres si ya tienes novio, y tú haces malabares para esquivar el tema. Es como vivir en un armario de cristal, donde todo el mundo puede ver lo que hay dentro, pero nadie se atreve a abrir la puerta.
Lo peor es que muchas veces ni siquiera hace falta decir nada. Tu madre ve cómo miras a la protagonista de esa serie que tanto te gusta, o tu padre nota que nunca hablas de chicos. Pero en lugar de preguntarte directamente, prefieren hacer como que no pasa nada. Y tú, mientras tanto, te comes la cabeza pensando si lo saben, si lo sospechan, o si simplemente están en la inopia más absoluta.
«Es solo una fase»: el mantra de los padres en negación
Y luego está esa frase que todas hemos oído alguna vez: «Es solo una fase». Vamos, como si ser lesbiana fuera algo así como llevar el pelo de colores o escuchar reguetón. Parece que algunos padres prefieren pensar que su hija está «confundida» antes que aceptar la realidad. Aunque te lo nieguen, eso es homofobia.
Lo peor es que cuando sales del armario te dicen: «Ya se te pasará» o «Aún no has conocido al chico adecuado». ¡Hombre, por favor! Que no es como elegir sabor de helado, que un día te apetece vainilla y al otro chocolate.
La homofobia familiar: miedo al «qué dirán»
Pero ojo, que a veces el problema no es tanto que tus padres no te acepten, sino el miedo que tienen a lo que puedan pensar los demás. Como si tu orientación sexual fuera asunto de alguien.
Parece que en algunas familias es más importante mantener las apariencias que la felicidad de sus hijos. Prefieren verte fingiendo ser algo que no eres antes que enfrentarse a los cotilleos del barrio. Vamos, todo un ejemplo de prioridades.
Ser lesbiana no es un crimen
En fin, que ser lesbiana en un entorno familiar homófobo es como intentar nadar a contracorriente. Pero ¿sabes? Cada vez somos más las que nos atrevemos a hacerlo. Porque lo importante es ser fiel a una misma y rodearse de gente que te quiera tal y como eres, aunque a veces esa gente no sea con la que compartes apellido.
Así que, chicas, no estáis solas. Hay mucha gente que os entiende y os apoya. Y quién sabe, igual algún día vuestras familias se den cuenta de que el amor es amor, venga de donde venga. Mientras tanto, a seguir nadando, compañeras.
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