¡Ay, el amor entre lesbianas! Tan bonito, tan romántico y tan… ¿amistoso? Seguro que hay quien no se puede creer que dos mujeres puedan vivir juntas, dormir en la misma cama, besarse apasionadamente y aun así ser consideradas «solo amigas”. Sí, son las amigas íntimas.

Las compañeras de piso más cariñosas del mundo

Imagínate esto: María y Laura llevan cinco años viviendo juntas. Comparten gastos, armario y hasta el cepillo de dientes. Sus vecinos las adoran y siempre comentan lo maravilloso que es ver a una buena amiga viviendo con otra.

«¡Qué suerte tenéis de haberos encontrado!», les dice la señora del 3ºB. «Yo también busco una compañera de piso que me dé besitos de buenas noches y me acaricie el pelo mientras vemos ‘Pasapalabra‘».

Hermanas de otra madre… ¿o quizás de la misma?

Luego tenemos el clásico «¿sois hermanas?». Sara y Elena están en el supermercado, cogidas de la mano y discutiendo sobre qué vino elegir para su aniversario.

«¡Qué majas! Se nota que sois hermanas», exclama el dependiente. «Mi hermana y yo también nos peleamos por el vino… aunque ella prefiere el tinto y yo el blanco».

Sara y Elena se miran, contienen la risa y responden: «Sí, somos hermanas. De hecho, compartimos el mismo árbol genealógico desde hace tres años, cuando nos casamos”.

La fiesta de pijamas eterna con una amiga

¿Quién no ha tenido una amiga con la que hacía fiestas de pijamas? Pues bien, según la lógica del «síndrome de la amiga íntima», algunas mujeres nunca superan esa fase.

«Mira, Manoli, las chicas del 5ºA siguen con sus fiestas de pijamas«, comenta Pepe a su mujer mientras observa por la ventana. «¡Y ya tienen 35 años! Qué bonito es mantener las amistades de la infancia, ¿eh?».

Lo que Pepe no sabe es que esa «fiesta de pijamas» lleva celebrándose ininterrumpidamente desde hace una década, e incluye una hipoteca compartida y un gato llamado “Sáfica».

El arte de la sutileza lésbica

Hay parejas que, cansadas de las confusiones, deciden ser más explícitas. Se besan en público, llevan camisetas con la bandera arcoíris y hasta se tatúan «LESBIANAS» en la frente.

Aun así…

«¡Qué amigas tan cariñosas!», dice la abuela en el parque. «En mis tiempos también nos dábamos besitos y nos agarrábamos de la cintura. ¡Éramos tan íntimas…! Aunque luego cada una se casó con un buen hombre, claro».

Cuando la visibilidad se vuelve invisibilidad

Al final, el «síndrome de la amiga íntima» nos demuestra que a veces, por mucho que te esfuerces en mostrar tu amor, siempre habrá quien lo interprete como una amistad muy, muy, MUY cercana.

Recuerda no es culpa vuestra. Es solo que vuestro amor es tan poderoso que algunos cerebros no pueden procesarlo y lo catalogan como «amistad extrema».

Y quién sabe, quizás algún día la sociedad evolucione y se dé cuenta de que dos mujeres pueden ser algo más que amigas. Mientras tanto, seguid disfrutando de vuestras interminables «fiestas de pijamas» y de vuestra «amistad tan especial». Al fin y al cabo, el amor es amor, aunque algunos lo vean como una relación de compañeras de piso muy, muy cariñosas.