Si descontextualizas este titular puedes pensar «vaya tela con las lesbianas…» Es verdad que por ahí dicen las malas lenguas que las lesbianas no tenemos filtro a la hora de acostarnos con otras mujeres. ¡Vaya chorrada! No somos aspiradoras humanas, absorbiendo todo lo que se nos pone por delante. Pero vamos a ver, ¿en qué mundo viven? Te voy a contar la realidad de muchas lesbianas como yo. No somos unas obsesas sexuales, ni de lejos.
Obsesas por acostarnos con todas las mujeres
Hay quien piensa que las lesbianas somos como adolescentes plagadas de hormonas en una fiesta de pijamas eterna. Que nos basta con ver a otra mujer para lanzarnos sobre ella como si no hubiese un mañana. Puf. Si supieran la de veces que yo, personalmente, me he quedado en casa viendo series con mis dos perritos… Lo cierto es que somos tan selectivas (o más) que cualquier otra persona. Tenemos nuestros gustos, nuestras manías y nuestros límites. Y sí, a veces también nos quedamos embobadas mirando a esa mujer tan guapa que vemos en el autobús, pero de ahí a montarnos una orgía, no sé… hay un trecho.
El síndrome de la mudanza veloz
Vale, igual en esto sí que tenemos un poco de culpa. Es cierto que a veces vamos un pelín rápido en nuestras relaciones. Pero no es por falta de filtro, es por exceso de eficiencia. ¿Para qué perder el tiempo si ya sabemos que nos gustamos? Además, ¿has visto lo caros que están los alquileres? Compartir piso es una cuestión de supervivencia económica.
La teoría del imán lésbico
Otra teoría absurda es que todas las lesbianas nos atraemos entre nosotras, como si fuéramos imanes con patas. ¿Te imaginas ir andando por la calle y de repente sentir que una fuerza invisible te arrastra y hace que te pegues en la espalda de otra lesbiana? Pues siento decepcionarte, pero no es así. De hecho, a veces parece que tenemos el radar estropeado. ¿Cuántas veces nos hemos enamorado de la única hetero del grupo? Demasiadas, la verdad.
Somos obsesas de las camas redondas
Otra cosa que se suele pensar es que en las fiestas de lesbianas acabamos todas en una especie de cama redonda gigante. ¡Qué más quisiéramos! La realidad es mucho más aburrida. Normalmente acabamos discutiendo sobre política, intercambiando recetas veganas o hablando de nuestras ex. Sí, somos así de chulas, qué pasa.
Somos maestras maléficas de la seducción
No lo puedo evitar. Con esto me río mucho. Parece ser que para que dos lesbianas acaben en la cama es suficiente con mirarse y listo. Bueno, no es mi caso. Yo soy muy torpe (era). Llevo años casada y no sé cómo conseguí que la que hoy es mi mujer se fijara en mí. La cosa es que a veces pasan meses enviando señales sutiles a una chica, solo para descubrir que ella solo quería ser tu amiga.
Tenemos nuestros gustos, nuestras inseguridades y nuestros momentos de torpeza. No somos máquinas de ligues sin filtro, sino personas buscando amor, diversión o simplemente una buena conversación. Cuéntame tu experiencia.
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