Hay momentos en los que piensas, “¿qué leches es esto?” Y, sinceramente, eso es lo que he visto últimamente en toda España. Y es que la Lesbipija se está apoderando del panorama LGTB. 

Desde el Barrio de Salamanca en Madrid hasta la Zona Alta de Barcelona, pasando por el Ensanche de Pamplona o la milla de oro marbellí, la lesbipija está dando que hablar en los círculos más selectos del país. Pero, ¿quién es esta misteriosa criatura que deambula entre tiendas de lujo y restaurantes de moda con su bolso de marca y sus dudas existenciales?

El brunch de la lesbipija

Piensa en esta escena: dos treintañeras que tienen más pasta que inquietudes se ven en la terraza del mejor hotel de su ciudad. Entre cada sorbo de mimosa ya deciden que es el momento para experimentar. Total, no puede salir nada mal.

“Pero esto no es nada serio”

Lo más gracioso de todo esto es cómo nuestras protagonistas se esfuerzan en dejar claro que «esto no es nada serio». Frases como «Solo estamos jugando» o «Es que los tíos están fatal últimamente» se repiten como un mantra en sus grupos de WhatsApp. Eso sí, todo aderezado con emojis de flamenca y corazoncitos, porque hay que ser patriota hasta a la hora de probar cosas nuevas, ¿no?

Un armario de diseñador

Mientras algunas luchan por salir del armario, nuestra lesbipija se debate entre el vestidor y la bodega. «¿Debería contárselo a mi familia?», se pregunta Cayetana. «Nah, mejor les cuento que me he comprado otro chalet en la costa», concluye sabiamente.

Tinder Premium: edición Ibérica de lujo

El mundo de las apps de ligoteo no se libra de la invasión lesbipija. Perfiles que rezan «Buscando una amiga especial para tomar el vermut y quizás algo más» abundan en la versión gold de Tinder. Eso sí, siempre con la ubicación puesta en el código postal correcto, no vaya a ser que les salga alguien de un barrio con menos glamour.

El drama del sábado noche

El verdadero drama de la lesbipija llega cuando toca salir. «¿Vamos a la zona gay?», propone Mencía, atrevida. «Ay no, que ahí hay mucha… diversidad», responde Cayetana, escandalizadísima. Al final acaban en el de siempre, rodeadas de los mismos de siempre, pero eso sí, mirándose de forma muy intensa mientras bailan al ritmo de Rosalía.

¿Lesbianas o aburridas de la Jet Set?

Cuando acaba el día, la lesbipija vuelve a su rutina. Quizás mañana pruebe el yoga con diamantes o se apunte a clases de polo. O quizás, solo quizás, descubra que lo suyo no es una fase y de el paso definitivo. Mientras tanto, seguirá siendo el hazmerreír y la comidilla de las sobremesas domingueras en los clubs más exclusivos de España.

En cualquier caso, hay que reconocerle el mérito: ha conseguido que hasta experimentar con tu sexualidad suene a alta sociedad. Y eso es todo un logro en sí mismo. Ole tú, lesbipija, ole tú y tu capacidad para convertir hasta la diversidad en tendencia.