Queridas lesbianas, bisexuales, queer y demás fauna sáfica, ¿alguna vez te has parado a pensar en esos temas tabú de los que no hablamos ni en la intimidad de nuestros círculos más cercanos? Pues bien, hoy me he propuesto destapar el tarro y hablar de esos asuntos que nos hacen sentir incómodas.
El mito de la muerte del lecho lésbico
Vamos a empezar fuerte: ¿Quién narices se inventó eso de que las lesbianas dejamos de tener sexo después de los seis meses de relación? Yo os lo digo: seguro que fue un tío hetero frustrado porque su novia fingía los orgasmos. Pero seamos sinceras, ¿cuántas de nosotras hemos pasado por esa fase de «Netflix and chill» literal, donde el «chill» se convierte en ronquidos antes del segundo capítulo?
La guerra de los dedos: cortos vs largos. Esto también es uno de los temas tabú
Ay, amigas, que levante la mano quien no haya tenido un debate interno sobre si cortarse las uñas o no para tocar la guitarra en esas noches de hoguera en la playa. Es como elegir entre ser una amante considerada o la reencarnación de Paco de Lucía. Decisiones, decisiones…
El armario de las fantasías
Hablemos de uno de los temas tabú que nos pone más nerviosas que una primera cita: las fantasías sexuales que no encajan con nuestra identidad. Sí, me refiero a esas en las que aparece Chris Hemsworth o, peor aún, tu profesor de matemáticas del instituto. Tranquila, que fantasear con un tío no te quita el carnet de lesbiana. Aunque, eso sí, si empiezas a soñar con casarte con uno, igual es hora de replantearse algunas cosas.
La paradoja del dildo
Ah, el eterno debate. ¿Cómo le explicas a tu abuela que usar un consolador no significa echar de menos un buen…? Es como si por comer sushi estuvieras admitiendo que echas de menos los nuggets de pollo. Lógica aplastante, vamos.
El síndrome de la segunda cita
¿Te ha pasado alguna vez que después de la primera cita ya piensas en qué nombre ponerle al gato que vais a adoptar juntas? Tranquilas, no estáis solas. El síndrome de la segunda cita es más común entre lesbianas que el corte de pelo a lo Shane de «The L Word». Pero ojo, que mudarse juntas después de tres semanas no siempre es lo mejor. A veces viene bien conocer el apellido de tu pareja antes de compartir hipoteca.
La tiranía de la ropa interior sexy
Seamos sinceras, ¿cuántas de nosotras hemos comprado lencería carísima solo para que acabe en el fondo del cajón porque es más incómoda que un sujetador con aros en plena ola de calor? Y luego está esa presión por estar siempre depiladas y perfectas. Si tu chica te quiere, te querrá aunque parezcas un felpudo.
Ser lesbiana es complejo y contradictorio. Tenemos nuestros temas tabús, nuestras inseguridades y nuestras cosas. Pero, ¿sabes? Eso nos hace únicas y maravillosas. Así que la próxima vez que te sientas rara recuerda que todas estamos un poco locas, y eso hace la vida más divertida.
Y recuerda: el único tabú real es no ser fiel a una misma. Eso, y mezclar calcetines blancos con sandalias. Eso sí que no tiene perdón.
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