¡Madre mía, vaya tela! ¿Que si las lesbianas somos unas desviadas? Venga ya, hombre. Bueno, a ver, si por «desviadas» se refieren a que nos salimos un pelín del camino marcado, pues vale, culpables. Pero vamos, que desviarse a veces es lo más guay del paseo, ¿no creéis?
El GPS de la vida
Imaginad que la vida es como un GPS. La mayoría va al pie del cañón: «En 300 metros, gire a la derecha y siga recto durante 50 tacos». Pero nosotras somos más de: «Recalculando… ¡Anda, mira qué festival más chulo! Venga, paramos un rato». Y así es como nuestro camino se llena de movidas únicas y con mucho color.
El club de las «desviadas»
Si ser «desviada» significa formar parte de un club donde el amor es amor, y punto pelota, ¡apuntadme dos veces, leñe! Un club donde las camisas de cuadros molan siempre y donde por fin hay series de tele con personajes como nosotras de verdad.
Amor con sabor propio
Ser lesbiana es, simplemente, querer a quien quieres. Y si eso es desviarse, pues ¡olé la desviación! Porque al final, lo que importa es el cariño. Es como un bufé libre: un poco de esto, un poco de lo otro, y siempre con nuestro toque personal.
Más allá de las etiquetas
Ahora bien, hablando en serio un momento, que conste que las lesbianas no somos una caricatura ni estamos al servicio de ningún rollo raro. Nuestros sentimientos no son un capricho. Somos mujeres que queremos a otras mujeres, y ya está. No tenemos que dar explicaciones a nadie.
La visibilidad como acto político
Ser visibles como lesbianas es plantar cara, oye. Es decirle a una sociedad que a veces preferiría que estuviésemos calladitas: «Aquí estamos, majete». Pero nada, aquí seguimos, viviendo nuestras vidas con orgullo y sin complejos.
La próxima vez que alguien suelte que somos unas desviadas, podemos sonreír y decir: «Sí, tío, y es lo mejor que me ha pasado». Porque la vida es muy corta para no coger el camino que más nos mola, aunque eso signifique perderse un poco.
Al fin y al cabo, las mejores aventuras siempre empiezan con un desvío inesperado. Y nosotras, las lesbianas, somos unas cracks encontrando esos caminos alternativos llenos de amor, risas y, cómo no, un toque de arcoíris.
Así que sí, quizás seamos «desviadas«. Desviadas del muermo, de lo de siempre, de lo que se espera. Y ¿sabéis qué? No lo cambiaríamos por nada del mundo. Porque en este desvío hemos encontrado nuestra verdad, nuestro amor y nuestra peña.
Entonces, la próxima vez que alguien nos lo diga podemos levantar nuestras cañas (o lo que sea que estemos bebiendo) y brindar: «Por las desviadas, que hacen que la vida sea mucho más interesante». Y seguir pa’lante, viviendo nuestras vidas con autenticidad, amor y un montón de orgullo.
Porque al final, no se trata de ser «normal» o «desviada». Se trata de ser una misma, de querer libremente y de vivir una vida que nos haga felices. Y si eso nos hace «desviadas«, pues oye, que así sea. Estamos en buena compañía, ¿no?
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