En cuanto se habla de una relación entre mujeres, para el mundo aparece siempre una pregunta: ¿quién es el hombre? Para la gente puede ser una tontería, o incluso de sentido común, pero para nosotras es realmente ofensivo. ¿Por qué?, pues porque eso muestra cómo percibe la sociedad las relaciones entre lesbianas

Lesbiana Jones en busca del hombre perdido

Por dios, todas sabemos que en una relación no hay un hombre escondido por ahí. No estamos en una peli en la que hay un hombre que se oculta detrás de un arbusto. Somos mujeres, salimos con otras mujeres y nos reímos de lo que esperan los demás de nuestras relaciones. Ya está. 

Ay, los roles en la relación

La verdad, a veces siento que el mundo espera que en mi relación yo tenga un papel, como si fuera una obra de teatro. Tú llevas los pantalones y yo soy la mujer. ¿Por qué? ¿Acaso no podemos las dos tomar las decisiones? A lo mejor hoy tomo yo la iniciativa para ir a cenar y mañana decides tú dónde vamos de vacaciones. La vida es muy corta para encasillarse, amiga mía. 

El armario de la diversidad

Venga, vamos a decir la verdad. No compartimos la ropa casi nunca. Eso es un mito. Yo tengo mi propio estilo y tú tienes el tuyo. Eso no significa que estemos compitiendo por ser más “femenina”. Al final, lo que importa es sentirte bien, sin importar nada más. ¿No? 

La confusión de los roles de género

La idea de que las lesbianas necesitamos un hombre, un macho, como dicen muchos, en la relación también pasa por alto la realidad de que las relaciones son mucho más que los roles de género. Al menos en mi relación, no hay un hombre que abra los frascos que están duros ni una mujer que se encargue de hacer la comida o de apoyar a su pareja. Las dos somos capaces de hacer lo que necesitamos y lo que queremos, y eso es lo que realmente importa.

La verdad es simple

Así que, cuando alguien pregunta «¿quién hace de hombre?», mi respuesta es simple: «Nadie». No necesitamos un hombre para validar nuestra relación. Estamos en esto mi pareja y yo, juntas, creando nuestra propia historia. Y aunque a veces nos reímos de los estereotipos, también es un recordatorio de que la diversidad en el amor es hermosa y merece ser celebrada.

De verdad, lo que importa de verdad es el amor que compartimos, no los roles que la sociedad intenta imponernos. Así que, si te encuentras en una conversación sobre relaciones lésbicas y surge la famosa pregunta, simplemente sonríe y recuerda que el amor no tiene que encajar en un molde. En nuestra relación, somos dos mujeres que se apoyan mutuamente, y eso es lo que realmente cuenta.

Y si alguien insiste en buscar el «hombre» en la tuya, siempre puedes responder con una sonrisa: «En nuestra historia, somos las protagonistas, y no necesitamos un hombre para brillar».