¿Alguna vez has tenido que presentar a tu novia y no saber cómo hacerlo? Seguro que sí. Venga, que hoy vamos a hablar sin pelos en la lengua sobre cómo presentar a tu chica sin que parezca que estás hablando de tu compañera de piso.

El eterno «es mi amiga”

Todas hemos pasado por ahí. Estás en una cena familiar, en el curro o con ese grupo de colegas que aún no saben que juegas en el otro equipo. De repente, aparece tu novia y en un ataque de pánico, sueltas el clásico «es mi amiga». ¡Menuda metedura de pata! No solo estás negando tu relación, sino que además le estás dando un disgusto a tu pareja. Vamos, que la has liado pero bien.

¿Por qué cuesta tanto decir “novia»?

A ver, seamos sinceras. Decir «novia» en voz alta puede dar un poco de yuyu al principio. Es como salir del armario cada vez que presentas a tu pareja. Pero, ¿sabes qué? Cuanto más lo haces, más fácil se vuelve. Es como ir al gimnasio, pero sin sudar tanto.

Técnicas para soltar la bomba

De verdad que no es para tanto. Aquí van algunos trucos para presentar a tu chica sin que parezca que estás desactivando una bomba:

  1. El directo a la mandíbula: «Esta es Marta, mi novia«. Corto y al pie. Como quitarse una tirita, duele menos si lo haces rápido.
  2. El sandwich: «Os presento a Laura, mi pareja. ¿Alguien quiere una cerveza?». Metes la info entre dos cosas cotidianas y, ¡voilà!, has salido del paso como una campeona.
  3. El despistado: «¿Que quién es? Pues mi novia, ¿quién va a ser?». Como si fuera lo más obvio del mundo. A veces, la mejor defensa es un buen ataque.

Cuando la cosa se pone fea

Vale, no todo el mundo va a reaccionar como si les hubieras dicho que mañana es martes. Puede que te encuentres con caras de sorpresa, silencios incómodos o incluso algún comentario fuera de lugar. ¿Qué hacer? Pues mira, respira hondo y recuerda que el problema es suyo, no tuyo. Tú estás viviendo tu vida y punto pelota.

Los beneficios de llamar al pan, pan y al vino, vino

Presentar a tu novia como lo que es tiene más ventajas de las que crees:

  • Te quitas un peso de encima: nada de inventarte historias o estar pendiente de no meter la pata.
  • Tu novia se siente valorada: porque, seamos sinceras, a nadie le mola que la escondan como si fuera un paquete de galletas en época de dieta.
  • Educas sin querer: cada vez que presentas a tu novia, estás normalizando las relaciones lésbicas. ¡Eres como una profe, pero más guay!

Al final, presentar a tu novia como tu novia es un acto de valentía, de amor y de autenticidad. Sí, puede dar un poco de corte al principio, pero te prometo que con el tiempo se vuelve tan natural como pedir un café con leche por la mañana.

Así que ya sabes, la próxima vez que tengas que presentar a tu chica, saca pecho y dilo con orgullo. Porque no hay nada más bonito que poder gritar a los cuatro vientos que estás enamorada. Y si alguien tiene algún problema con eso, pues que se compre un bosque y se pierda.

Cuéntame, que te escucho.