Vamos a ser sinceras, chicas. Hay cosas que hay que cargarse ya de una vez y para siempre, y una de ellas son las terapias de conversión. A lo mejor has oído hablar de ellas, y lo ves como algo super lejano y super ajeno a ti, pero existen. Y también aquí. 

¿Qué son las terapias de conversión?

Pues mira, si te digo que también se les llama terapias de reordenación sexual, ya te puedes hacer una idea, ¿no? No son, ni más ni menos, que prácticas que pretenden pasar por científicas para cambiar la identidad de género o la orientación sexual. Como si eso pudiera hacerse. 

Las han condenado una gran cantidad de organizaciones médicas y de derechos humanos por los daños que provoca al “paciente”.

¿De dónde salen estas terapias? 

Las terapias de conversión nacen en un momento en el que la diversidad de género y la homosexualidad eran enfermedades mentales. Es curioso que, aunque se eliminaron del manual de la Asociación Americana de Psiquiatría en el año 73, grupos conservadores y religiosos las siguen defendiendo. Sí. En España también.

Consecuencias de las terapias de conversión

Hay consecuencias muy serias al usar estas “curas de la homosexualidad”:

  • Trauma psicológicos: Las técnicas que se usan pueden causar trastornos de estrés postraumático (TEPT), depresión y ansiedad.
  • Daños físicos: En algunos casos se usa el castigo físico, como la terapia de choque, que pueden causar daños corporales.
  • Suicidio: Las tasas de intentos de suicidio son más altas entre quienes las han sufrido.

La lucha contra las terapias de conversión

Legislación y prohibiciones

Por suerte, ya hay muchos países que las han prohibido, aunque claro, siempre hay quien las hace de estrangis. Y si hablamos de Estados Unidos, cada estado es de su padre y de su madre, o sea, que cada cual hace lo que le da la gana. 

Educación y concienciación

La educación es fundamental contra las terapias de conversión. Informar al público sobre los daños asociados con estas prácticas y promover una comprensión inclusiva de la orientación sexual y la identidad de género puede reducir la demanda de estas «terapias».

Qué puedes hacer tú

Tal vez me digas algo como “sí, pero, ¿qué puedo hacer yo para terminar con esto? En realidad, puedes hacer mucho. Mira, te dejo algunas pistas. 

  1. Infórmate y cuéntale a otros: comparte información sobre las terapias de conversión y sus efectos dañinos. Usa tus redes sociales, habla con tus amigos y familiares, y participa en debates públicos.
  2. Apoya a organizaciones y leyes: hay muchas organizaciones que luchan contra las terapias de conversión. Puedes apoyarlas con donaciones, voluntariado o simplemente difundiendo su trabajo. Además, puedes apoyar a los políticos y legisladores que fomenten la creación de leyes para prohibir estas prácticas.
  3. Apoya a quien lo necesite: si conoces a alguien que esté sufriendo o haya sufrido estas terapias, dale tu apoyo. Escucha sin juzgar, y ayúdale a encontrar recursos y apoyo profesional.

¿Qué te parece? ¿Vas a colaborar con la causa? Otros no tienen la suerte que tienes tú.