Esto es algo muy sencillo, de verdad. Para mí, ser lesbiana es ser yo misma, una parte de mí a la que no puedo ni quiero renunciar, igual que no puedo evitar tener los ojos marrones o el pelo más claro. Bueno, puedo ponerme lentillas, claro, pero no es la idea. 

La cuestión de todo esto es que desde que tomé conciencia y acepté mi orientación sexual nunca he querido ocultar quién soy. Entiendo que para muchas personas no sea así, que ser homosexual en otras partes del mundo puede ser hasta peligroso. Pero no ha sido ni es así para mí. 

Los prejuicios y estigmas de ser lesbiana están para acabar con ellos

Claro. Es verdad que todavía hay muchos prejuicios y estigmas en relación a las lesbianas. Yo también tuve que sufrir la mal llamada curiosidad o los comentarios desagradables, la insensibilidad de la gente. Y todavía lo hago, igual que tú, pero no dejo que eso me lastime ni que merme la seguridad que tengo en mi misma. 

Sí, reconozco que hay algunos entornos en los que hay una discriminación y rechazo mucho más fuerte. Esto puede hacer mucho daño y que te dé miedo el reconocimiento de la propia identidad. Por suerte, soy de las que piensa que todo esto no hace más que hacernos más fuertes. 

Estoy orgullosa, ser lesbiana es ser yo

A pesar de todo lo que he tenido que pasar y sigo pasando, yo estoy orgullosa de mí misma. Me siento fuerte y a gusto con quién soy. No me avergüenza decir que soy gay o pasear de la mano de mi mujer. No lo oculto. 

Es una parte de mí, y me ha permitido crear unas relaciones muy importantes con otras personas al tiempo que me han dado la fuerza necesaria para enfrentarme a la vida. Es así de simple.

Ser yo me empodera

Puedes decirme que ya estamos con la dichosa palabrita. Empoderamiento. Fastídiate. Es una palabra muy importante que debería estar mucho más presente en tu vida. Y el ser yo misma me empodera de muchas maneras. Por ejemplo, hace que pueda luchar contra estereotipos y demostrar a todos que el amor no tiene ni límites ni etiquetas. 

Pero sentirme así no puede evitar ser solidaria y empática con quienes no lo viven así. Por desgracia, esta no es la realidad para muchas personas. 

Lamento mucho que haya mujeres que tienen miedo de ser ellas y que sufren incluso penas de cárcel o cosas mucho peores solo por enamorarse de otra mujer. Eso hace que sienta la necesidad de luchar por ellas, por sus derechos. Su lucha es mi lucha. Mi lucha es la suya.

Lo que quiero decir con todo esto es que mi experiencia es parte de mi vida, pero la llevo bien a gala. No pienso permitir que ni el miedo ni otras personas digan cómo debo vivir, y espero que un día todas las personas LGTBQ+ hagan lo mismo. 

¿Y tú, qué vas a hacer?