Entre las leyendas urbanas más extendidas sobre el lesbianismo, destaca la idea de que nosotras hemos sufrido menos rechazo social que los gays. ¿Quién no ha escuchado eso de que los hombres no se incomodan ante el sexo lésbico y las manifestaciones de cariño entre mujeres? Creo que es el momento de desmontar este mito y ver lo que realmente se esconde detrás.

Fantasías de sexo lésbico y hombres

Hay situaciones que no deja de sorprenderme que sucedan hoy, en pleno siglo XXI. Entre ellas, la de mis amigas heterosexuales comentándome cómo sus parejas tienen fantasías sexuales en las que su mujer mantiene relaciones con otras féminas. ¡Por supuesto, siempre en su presencia! Y, me permito añadir, bajo su tutela. Además, el objetivo final de ese supuesto sexo lésbico es excitar al “macho alfa”.

Pero, por desgracia, esto no es una percepción mía por lo que sucede en mi entorno cercano. Os dejo algunos datos para la reflexión:

  • El informe sobre tráfico que publica cada año el portal Pornhub Insights ratifica que el término más buscado es “lesbianas”.
  • Las encuestas realizadas sobre las fantasías sexuales más frecuentes entre los hombres señalan que protagonizar un trío es la más citada, en algunos estudios llega al 84%. Pero, ¡ojo!, con una premisa importante. Ese ménage à trois es casi siempre con la fórmula MHM (Mujer-Hombre-Mujer), no con la opción HMH.
  • El porno hetero (todavía dirigido mayoritariamente al deseo masculino) siempre contiene escenas de sexo entre mujeres y, en muchas ocasiones, bajo dominio de uno o varios hombres.
  • La heterocuriosidad suele relacionarse con una mayor flexibilidad de las mujeres hetero para mantener sexo lésbico. Incluso, se publican estudios que consideran una tendencia fomentada por el feminismo o que todas las mujeres son bisexuales u homosexuales.

Una muestra más del dominio masculino

Tan solo he reflejado algunas de las vertientes que cuelgan de esta idea de que los hombres son más respetuosos con el lesbianismo. Hay que ser contundentes, nada más lejos de la realidad. Esta permisión del sexo entre mujeres no es más que una muestra más de cómo se invisibiliza nuestra realidad.

Las lesbianas no son el producto de las fantasías sexuales de los hombres. No necesitan la dirección de un hombre para tener prácticas sexuales placenteras. Y, por supuesto, no es una pose para reivindicar un rechazo al patriarcado.

Pero, siendo molesto tener que seguir dando este tipo de explicaciones, el problema de esta realidad es más profundo. Y lo enlazo con el aumento de consumo de pornografía por los menores, a edades cada vez más tempranas y sin ningún control por parte de adultos. Estos niños y niñas asimilan estas imágenes con un contexto equivocado. Hasta tal punto es peligroso que el Consejo de Juventud de España pidió hace unos años que se dejen de normalizar e incluir relaciones lésbicas como fantasía sexual para hombres heterosexuales en películas o publicidad.

 Así que, ¡no!, tener fantasías en las que aparece sexo lésbico no es normalizar el lesbianismo. Ni ayuda a visibilizarlo. Solo es una expresión más de cómo el machismo intenta ejercer control sobre las mujeres, todas las mujeres, sean o no lesbianas.