Normalmente, cuando se relaciona deporte y homosexualidad es para enfocar la situación en el ámbito profesional, de los adultos. Pero, al menos hoy, quiero que nos ocupemos de la situación de los deportes de equipo femeninos de base.

Las niñas y los deportes de equipo femeninos

Que estamos viviendo el momento más dulce del deporte de equipo femenino, parece indiscutible. Nuestras campeonas mundiales de fútbol, los éxitos en otras disciplinas como waterpolo, baloncesto, la selección de rugby o la de hockey, por poner los ejemplos más significativos.

En este marco, lo lógico sería pensar que los padres animan y apoyan a sus hijas cuando deciden practicar alguna de estas especialidades. Sin embargo, no es eso lo que se palpa en muchos entornos. Y no se trata de preferencias familiares por un deporte u otro. ¿Sabéis cuál es el problema en muchos casos? Pues que los padres y madres no quieren que circule la idea de que su hija es lesbiana.

No, no es una exageración mía. Desgraciadamente, es una realidad. Aún hoy, es una idea demasiado extendida, que los deportes de equipo femeninos son un reducto de lesbianismo. Incluso, es un tema que ha salpicado a la familia real. Y es que, se han publicado noticias sobre los insultos homófobos recibidos por la infanta Sofía por su afición a jugar al fútbol.

Ojo, no estamos hablando de que se considere que ciertos deportes son de naturaleza masculina. Ese es otro problema. Aquí el rechazo es por la posibilidad de que una niña se “vuelva lesbiana”.

El lesbianismo no es una enfermedad

Y, sí, llegados a este punto, parece inevitable volver a explicar que la homosexualidad no es una enfermedad. Ni el lesbianismo un virus que se pueda contagiar por compartir un vestuario. Así que, si tu hija es o no lesbiana no depende de que juegue al fútbol o al rugby. Tampoco, vas a aislarla de esta peligrosa plaga por apuntarla a natación o a gimnasia rítmica.

Es verdad que, a esta polémica, se añade la propensión de los padres y madres a proteger a sus hijas. Porque, no ayuda nada que, en los campos de fútbol, sigamos oyendo como el público usa el término “lesbiana” para insultar a las jugadoras, especialmente en los equipos de fútbol femenino.

La única solución para no frustrar las expectativas de nuestras niñas es dejar que disfruten de algo tan positivo como jugar a deportes de equipo femenino. Son entornos saludables, en los que se fomentan valores positivos y se generan relaciones muy enriquecedoras. Apoyémoslas en su decisión y estemos orgullosos de que luchen por lo que quieren.

Son tiempos en los que se está luchando por acabar con el problema del racismo en los deportes, con campañas de gran impacto social. Pero, este de la discriminación por las inclinaciones sexuales no es de menos importancia. Sin embargo, insisto en que no quiero poner el foco en la libertad de los deportistas profesionales.

Es más importante que nos preocupen nuestras niñas. Que podamos educarlas fuera de estereotipos. Un primer paso puede ser animarlas si quieren practicar deportes de equipo femeninos.