Cuando miro hacia atrás en mi viaje de autodescubrimiento durante toda mi vida, me doy cuenta de que aceptar mi sexualidad fue un paso muy importante hacia la aceptación total de quien soy. Durante muchos años he peleado con un mundo que se empeña en clasificar y etiquetar, y por fin he aprendido a mirar más allá de las palabras y reconocer la riqueza de mi propia complejidad.

Desde mi punto de vista, ser lesbiana no es un rasgo que me defina completamente, pero ha sido una parte fundamental en la construcción de mi identidad. A lo largo de mi vida, me he enfrentado al estigma y a los estereotipos asociados con mi orientación sexual, pero he llegado a comprender que mi valía no está determinada por las expectativas de los demás. Por fin descubrí que no soy una persona rota

Rompo con estereotipos y con peligrosas etiquetas: no soy una persona rota

Esto lo sabes tan bien como lo sé yo. La sociedad a menudo tiende a etiquetar y clasificar a las personas según su orientación sexual. Sin embargo, he aprendido a luchar contra estos estereotipos y a ver mi vida más allá de las limitaciones que algunos me intentan imponer. La diversidad en la orientación sexual es simplemente una manifestación de la riqueza y complejidad del ser humano.

Aceptar mi orientación sexual me llevó mucho tiempo, pero me hizo llegar al punto que yo quería. En lugar de ocultar quién soy, he aprendido a alegrarme por conocer mi verdadero ser. Al hacerlo, he encontrado una fuerza interior que puede con cualquier crítica externa. Ser lesbiana no me hace una persona rota; al contrario, me permite vivir de acuerdo con mi verdad más profunda.

La lucha contra mi mismo yo

Pero no ha sido un camino sencillo. No. Durante todo este tiempo, he tenido que pelear mucho contra mi propio ser. La sociedad puede ser un monstruo que influye mucho en la forma en la que te ves, pero la libertad llega cuando no quieres aceptar las limitaciones que nosotras mismas nos imponemos. En mi caso, reconocer mi lesbianismo me hizo sentir bien, yo misma. 

De verdad que pienso que el amor no tiene ni fronteras ni etiquetas, y que no importa la orientación sexual que tengamos. Todos nos merecemos poder amar y ser amados sin juicios ni restricciones. Esa es la base de todo, lo creo de corazón. 

Que no, que no soy una persona rota por ser lesbiana. Ni alguien que sea bisexual lo es tampoco. Ni alguien que sea trans. En mi caso, ser lesbiana me permite vivir mi vida de la forma en la que la quiero vivir, y es importante. Rompo estereotipos a cabezazos si hace falta, y así ayudo a construir una sociedad más libre y mejor para todos. 

Aceptar mi orientación sexual es un acto de amor propio y un paso hacia la verdadera felicidad. No soy una persona rota; estoy completa en mi autenticidad, y eso es algo que quiero y que tengo que celebrar. ¿Te pasa a ti lo mismo?