La cena de Navidad puede ser un momento perfecto para compartir aspectos importantes de tu vida, incluso tu identidad. Decir a los demás que eres lesbiana puede hacer que te sientas nerviosa, pero si lo haces bien puede fortalecer los lazos familiares. Para escribir este artículo he hablado con muchas amigas, para preguntarles cómo lo hicieron ellas, el salir del armario, y si fue en un momento similar, y de esas conversaciones he sacado lo que te voy a contar a continuación. Atenta, que esto te puede servir. 

Antes de salir del armario en la cena de Navidad piénsalo bien

Es un paso importante sobre el que hay que reflexionar mucho. Piensa un poco antes de hacer nada, ¿por qué lo quieres hacer? ¿Crees que es el momento adecuado? ¿Te sientes cómoda y lo suficientemente fuerte como para hacerlo? Es verdad que hay que ser auténticas, pero a tu ritmo. Ya sabes eso que dicen de que las prisas son malas consejeras, ¿no?

Elige el momento adecuado

Probablemente, nunca vas a encontrar el mejor momento para decir a tu familia que eres homosexual. Eso es un hecho. Y menos en Navidad. Después de todo eso sería dar la nota... Por eso, lo mejor es buscar un momento tranquilo cuando todos estén en la mesa relajados. Vas, y lo sueltas. Cuando empieces a hablar, hazlo diciendo cómo te sientes. Puede ser algo como, «familia, quiero compartir algo muy importante con vosotros porque os quiero y quiero que me conozcáis de verdad». No des rodeos, ve al grano y dilo. «Soy lesbiana. Me atraen las chicas». Por experiencia propia, te digo que todo lo que no sea eso, va a hacer que sea mucho más difícil para ti. Es como arrancarse una tirita. Del tirón. 

Comparte experiencias que hayas tenido

Pero ojo, que sean positivas. No quieres que tu familia empiece conociendo la parte «mala» de ser lesbiana, ¿verdad? Podrías hablar de personas a las que hayas conocido y que te hayan echado una mano en el camino hasta llegar a ese anuncio que has hecho. 

Es muy importante que tengas paciencia

Mira, aquí te voy a contar algo que me pasó con mi madre. Aunque yo no esperé a una cena de Navidad para salir del armario, sí lo hice a estar preparada. Recuerdo que cuando se lo dije a mi madre, ella empezó a llorar y yo le pregunté qué le pasaba. Me dijo que le daba miedo lo mucho que yo iba a sufrir por ser gay, y bueno, que había cosas que no comprendía. Tenía que procesar las cosas, no fue fácil para ella. A ti te puede pasar lo mismo. Después de compartir tu identidad, da tiempo para que tu familia procese la información. Algunos pueden reaccionar de inmediato, mientras que otros pueden necesitar tiempo para entender y aceptar.

Claro, esto no es igual para todas nosotras. Algunas tenemos más suerte que otras y nuestros familiares nos aceptan mejor, pero, de verdad, me parecen consejos que yo me aplicaría a mí misma. 

¿Qué otros consejos podrías dar tú? Te leo.