Desde muy jovencita sentí que había algo distinto en mí, algo que no era lo que la gente consideraba normal. Poco a poco, mientras me iba haciendo mayor, me daba cuenta de que no me fijaba en los chicos, como mis amigas, sino en ellas. Y claro, me surgían dudas y preguntas, y es ahí cuando empecé mi viaje de autodescubrimiento como ser lesbiana. Aceptar mi identidad no fue algo instantáneo, pero durante todos estos años he aprendido que para vivir de verdad tienes que aceptarte y empoderarte. Es la clave.
Soy diferente y auténtica. Eso me hace especial. Soy lesbiana
Al final, como nos pasa a todas, tuve que hacer frente a mis sentimientos: me atraían las mujeres, sí. Eso me confundía muchísimo. Yo viví mi adolescencia en los tardíos 80, en un momento en el que las normas sociales y las expectativas dictaban lo que deberías sentir y a quién deberías amar. No obstante, cuando decidí emprender el camino hacia la aceptación aprendí que ser homosexual no es algo de lo que avergonzarse o que haya que esconder. Asumir mi identidad de forma sincera me permitió abrazar fuerte aquello que me hace diferente y celebrarlo, como parte de lo que soy realmente.
Superando el miedo al rechazo
Por otro lado, tengo que decirte que uno de los desafíos más grandes a los que he tenido que enfrentarme como lesbiana ha sido el miedo al rechazo. En realidad, aún lo hago. Me preocupaba cómo me verían ahora mis amigos, mi familia y la sociedad en general. Pero, a medida que avanzaba en mi viaje, me di cuenta de que vivir una vida auténtica requería ser fuerte y ser muy valiente. No tenía que buscar la aprobación de los demás; lo más importante era aceptarme a mí misma. Superar ese miedo al rechazo fue un paso crucial hacia mi propio empoderamiento.
Tuve que buscar una comunidad en la que apoyarme, pero mereció la pena
Me dí cuenta, en un momento determinado, de que necesitaba tener alrededor a personas en las que me pudiera apoyar. Cuando yo salí del armario, no existían las redes sociales, pero sí organizaciones que me echaron una mano y en las que pude encontrar el apoyo que buscaba. Ví que no estaba sola, que había más gente pasando por lo mismo que yo. Recibí solidaridad y apoyo para acabar de descubrir quién soy hoy en día.
El amor propio fue fundamental para mí
Por el camino hacia mí misma puede aprender a tener amor propio, a quererme y no sentirme mal por mis sentimientos. A lo largo de mi viaje de autodescubrimiento, aprendí que el amor propio es esencial para el empoderamiento. Amar cada parte de mí misma, incluida mi identidad lesbiana, me permitió enfrentar cualquier desafío con una actitud de fortaleza. Aceptar mi orientación sexual no solo fue liberador, sino que también me dio la confianza para perseguir mis sueños y objetivos con determinación.
Mi aceptación sobre ser lesbiana pudo inspirar a otras personas
A medida que aceptaba mi identidad me di cuenta de que mi propia historia podría inspirar a otras personas en sus propios viajes. Compartir mi experiencia abiertamente se convirtió en una forma de desafiar los estereotipos y contribuir a la construcción de una sociedad más inclusiva. A través de mi ejemplo, espero que otros encuentren el coraje para vivir auténticamente y amar sin restricciones.
Esperanza es lo que tengo
Hoy, miro hacia el futuro con un sentido renovado de esperanza y posibilidad. Mi identidad ya no es un obstáculo, sino una parte integral y maravillosa de quien soy. Aceptar mi orientación sexual me ha permitido forjar conexiones genuinas, abrazar mi autenticidad y enfrentarme al mundo con confianza.
El aceptarme como lesbiana fue un viaje hacia la felicidad. Cuéntame, ¿cómo fue tu viaje?
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