En una entrevista publicada en JumpCut en 1981, la directora de documentales de lesbianas Barbara Hammer que reflexionara sobre cómo sus documentales han sido descritos como la representación de una imagen utópica de la vida lésbica. Ella respondió que sus películas solían calificarse como visionarias, a pesar de que ella no lo era. También añadía entonces que su vida de ese momento era la visión que ella tenía. La cineasta también calificaba lo que otros llamaban visionario como acción, para despertar la imaginación. «Vivir una vida lésbica, hacerla real, validarla en el cine, es un acto revolucionario».

Películas de vidas lésbicas, un acto revolucionario

Si lo pensamos bien, la documentación de la vida de una lesbiana en películas es un tema recurrente en el cine desde hace más de 20 años. Concretamente, este retrato es parte de la trama siempre. Un caso que recuerdo es la película del año 2019 Retrato de una dama en llamas, de Céline Sciamma. En esta cinta, Marianne, pintora, recibe un encargo para hacer un retrato de Héloïse. Para ello tiene que marchar a una isla británica remota. 

Hasta antes de que Marianne llegase, Héloïse se había negado a hacerlo porque no quería casarse. La idea era que el retrato se enviase a su prometido en Italia, y como la mujer se niega, Marianne la tiene que retratar en secreto. Recibe instrucciones de acompañar a Héloïse siempre para que la observe y la pueda pintar de noche. 

Algunas consideraciones

John Berger escribió en Ways of seeing que los hombres miran a las mujeres, y las mujeres se miran ellas mismas. Esto determina tanto las relaciones entre hombre y mujer como la de las mujeres con sí mismas. El observador es hombre, la observada es femenina. Por ello, la mujer se auto-convierte en un objeto de visión, en una mirada.  

En estos primeros momentos de la relación entre Marianne y Héloïse, Marianne ve a Héloïse como una visión, un objeto que debe ser capturado y reproducido en un lienzo para un hombre. El primer retrato formal no es ni pretende ser una representación exacta de Héloïse. Al hablar del primer retrato con Héloïse, Marianne explica que en pintura hay reglas, convenciones, ideas. Estas convenciones incluyen técnicas como el espaciado y el sombreado, pero también creencias como que el espectador ideal de un cuadro es siempre masculino. Héloïse se siente decepcionada por la incapacidad o falta de voluntad de Marianne para captarla y, por extensión, verla como algo más que un objeto, para la mirada masculina, sin vida, ni presencia.

En el segundo retrato que Marianne hace de Héloïse, ésta acepta posar. Mientras posa, hay un momento en que Héloïse le recuerda a Marianne que ella también es una visión. Héloïse dice: «Cuando me observas, ¿a quién crees que observo?». En este momento, la dinámica de poder desequilibrada retrocede. Ya no hay un observador y un objeto de esas observaciones, sino dos mujeres que capturan un momento: una en el lienzo y otra en el ojo de la mente.

¿Has visto esta película? Si no lo has hecho, te la recomiendo.