La vida de Catalina de Erauso es de auténtica novela. Se la conoce también como la Monja Alférez porque fue monja y fu militar. De carácter pendenciero y bravucón, no duda en presentar batalla contra cualquier hombre que osase desafiarla. Se conocen los detalles de su vida gracias a una autobiografía que ella misma le entregó al rey Felipe IV para solicitar una pensión vitalicia. Aunque algunas voces actuales tratan de catalogar a esta figura histórica dentro del paraguas trans, la realidad es que Erauso fue una mujer lesbiana, que huyó de los roles que se esperaban de ella para vivir lo más libremente posible y saciar su sed de aventuras. Y esto, en el siglo XVII solo se podía conseguir vistiendo ropajes de hombre.
De monja a militar
Catalina de Erauso nació en San Sebastián, siendo la menor de seis hermanos. Fue internada en un convento con solo cuatro años, junto a sus tres hermanas. Enseguida mostró un carácter rebelde y fue trasladada a otro convento donde las normas y la clausura eran más estrictas. Esto fue demasiado oprimente para la joven y a los 15 años, escaló los muros del recinto y huyó para siempre. Durante unos días vagabundeó, vestida de hombre, comiendo hierbas del camino, hasta que llegó a Vitoria.
Consiguió trabajo en casa de un pariente que no la reconoció, hasta que un día robó todo el dinero que pudo y marchó a Valladolid. Allí trabajó de paje, pero por poco tiempo. Su espíritu inquieto le llevó de pueblo en pueblo desempeñando distintos trabajos. Al final, decidió enrolarse en una flota que partía hacia América y se instaló en Perú, donde se puso al servicio de un próspero comerciante español, siempre sin ser descubierta. Pero Catalina de Erauso tenía un carácter explosivo y se metía en riñas constantes. En una de esas peleas hirió de muerte a un caballero, así que terminó en la cárcel. Su jefe, el comerciante, consiguió sacarla de prisión, pero Catalina siguió protagonizando peleas a espadazos e incluso se batió en duelo con un contrincante que se saldó con otro homicidio a sus espaldas.
Las peleas de Catalina de Erauso
En 1619 se puso al servicio de la corona y luchó en la Guerra de Arauco contra los mapuches en el actual Chile. Esto le valió ganarse una gran fama como soldado, y sus méritos le permitieron alcanzar el grado de alférez. Después su vida fue muy errática, y Catalina robaba, bebía y se daba al juego de forma patológica. Acabo con la vida de varios hombres más en disputas por deudas de juego y se convirtió en la persona más buscada de Perú. Finalmente, fue atrapada y condenada a muerte, momento en el cual Erauso optó por revelar su identidad oculta.
Esto fue un bombazo en la sociedad de su época y Catalina se convirtió en una celebridad, incluso el virrey y el arzobispo de Lima quisieron recibirla. Sin embargo, a cambio conmutarle la pena de muerte, tuvo que ingresar de nuevo en un convento. Finalmente, consiguió regresar a España, donde fue recibida por el papa Urbano VIII, que le dio permiso para seguir vistiendo como hombre y firmando como Antonio de Erauso. En 1630 volvió a América, esta vez a México, donde se encargó a trasladar pasajeros y equipajes desde Veracruz hasta la ciudad de México. Murió en 1650 en Cuitlaxtla, transportando una carga.
Si quieres saber más sobre Catalina de Erauso puedes encontrar varias biografías publicadas, y un par de largometrajes.
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