En los últimos tiempos se está extendiendo el término ’sáfica’ o ‘amor sáfico’ para referirse a las mujeres que aman a otras mujeres. No solo en el aspecto físico y carnal, más bien desde la admiración y lo espiritual.La palabra surgió en la isla griega de Lesbos donde nació y vivió la poetisa Safo, que creó una escuela para mujeres, donde aprendían arte y creaban lazos emocionales entre ellas. De ahí surgió también el término ‘lesbiana’. ¿Pero entonces, qué diferencia hay?
Amor sáfico, ¿qué es?
Para entender esta diferencia, hay que repasar la vida de la poetisa griega que, por suerte, dejó referencias escritas sobre su biografía, sus amores y su forma de relacionarse con otras mujeres. La escritora dedicaba horas y horas a encontrar las palabras perfectas para sus poemas, para describir exactamente las emociones que despertaban en ella algunas de sus discípulas. “Apenas te miro y entonces no puedo decir ya palabra. Al punto se me espesa la lengua y de pronto un sutil fuego me corre bajo la piel, por mis ojos nada veo”, escribió. Y es que Safo amó intensamente a algunas mujeres y les dedicó versos tan hermosos e inmortales como el anterior. A otras las admiraba por su cultura, su intelecto, su belleza o su carácter. ¿Podríamos decir que lo primero es amor lésbico y el segundo, amor sáfico?
Según algunas personas sí. Por ejemplo, Lola Flores, la autora del famoso comentario del ‘pipazo con una amiga’, expresaba verdadera idolatría hacia otras mujeres. Se refería a Rocío Jurado como una inspiración divina, una diosa, una artista imprescindible. Sentía hacia ella una admiración que se parecía mucho al amor platónico, sin llegar (que se sepa) a la unión física. Nunca fue calificada como lesbiana, pero algunas personas quieren calificar a este ´cúmulo de emociones como un amor sáfico.
Safismo y sororidad
No se sabe mucho de Safo, más que lo que se ha podido deducir de los poemas que se conservan. Pero está claro que siempre tuvo a su alrededor un aura de sabiduría, mezclado con un toque de excentricidad y un carisma muy embaucador. Quien se acercaba a ella, descubría un mundo diferente al tradicional, al gobernado por los hombres. El mundo de Safo, era eso mismo: sáfico, porque estaba lleno de comprensión, aceptación, respeto mutuo y sororidad. Hoy día mantenemos esta especie de veneración sáfica cuando quedamos embobadas ante personajes femeninos que nos inspiran o nos remueven por distintos motivos, sin tener nada que ver con el deseo sexual.
¿Es necesario ponerle un nombre a lo que simplemente se podría definir como admiración? He ahí la cuestión. Podría ser el equivalente a la famosa homo afectividad masculina, un afecto que de alguna forma les ayuda a blindar sus privilegios. ¿Podría ser, entonces, el amor sáfico, una herramienta para la emancipación de la mujer? Seguramente si la sororidad entre nosotras fuese tan fuerte como los vínculos de solidaridad que unen a los hombres, las cosas serían algo distintas. Afortunadamente, las cosas están cambiando, y las redes de cariño y apoyo entre mujeres son cada vez más fuertes.
¿Qué piensas tú de todo esto? ¿Crees que el amor sáfico podría cambiar el mundo?
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