Mucha gente piensa que las relaciones lésbicas son más sencillas que las hetero. Por eso de que se trata de dos personas del mismo sexo, con una socialización similar y con experiencias en común que pueden favorecer el entendimiento y la empatía mutuos. Eso sería lo esperable, pero la realidad es que las cosas entre mujeres también pueden ser muy complejas.

¿Misoginia en el colectivo lésbico?

Es difícil aceptar que pueda haber misoginia entre mujeres lesbianas. Si en un mundo patriarcal incluso las propias lesbianas tienen estás tendencias, ¿qué podemos esperar? Kate Manne, autora y profesora de la Universidad de Cornell describe la misoginia como la aplicación práctica de la ley del patriarcado. Es decir, son los mecanismos que castigan a aquellas mujeres que se salen del molde, a la vez que recompensa a quienes sí lo hacen. Estos ideales misóginos sirven para moldear a todas las mujeres según los prototipos perfectos, en lo que se refiere al cuerpo y al comportamiento.

Esto también afecta a la comunidad lésbica. Aunque las mujeres lesbianas no salgan con hombres, todas las mujeres hemos crecido expuestas al condicionamiento que supone el género. De esta forma se interiorizan ideas como que la mujer con más carácter tiene un rol masculino, que los hombres son los que dan el primer paso, etc.

Muchas lesbianas butch o masculinas, asumen comportamientos clásicos de hombres misóginos para reafirmar su identidad. Pero en realidad todo el colectivo lésbico tiene algún comportamiento marcado por la misoginia que afecta a sus relaciones con otras mujeres.

Deconstruirse para unas relaciones lésbicas más libres

Por ejemplo, se tiende a esperar que una lesbiana con una estética asociada a lo masculino, sea la que marque el ritmo, tome la iniciativa y del primer paso. Esto es así porque se hace una conexión instantánea entre masculinidad y desempeñar un papel dominante en todos los aspectos de la vida y la relación. Este juicio es fruto de nuestra socialización heteronormativa, que no nos permite tener el derecho a definirnos libremente sin caer en estereotipos de género. Como se asume que las mujeres esperan y el hombre es el que mueve la primera ficha, las lesbianas ‘masculinas’ también se comportan así. Estas expectativas de género pueden dar lugar a situaciones confusas, poco fluidas y naturales.

El feminismo nos está ayudando a reflexionar sobre estas cuestiones para que podamos deconstruirnos y liberarnos de estos mandatos misóginos. Solo así las relaciones lésbicas podrán desvincularse de toda influencia heteronormativa. Incluso en las relaciones entre mujeres, hay cierta presencia masculina, y los roles de ambos géneros definen los comportamientos. Afortunadamente, cada vez hay más mujeres que combaten esta réplica de roles en sus relaciones lésbicas, y pasan de clichés tan estereotipados como las bodas en la que una va de princesa y otra con esmoquin.

Por supuesto hay otros aspectos misóginos dentro del ideario homosexual, incluso en la propia comunidad. Como por ejemplo el concepto de bollodrama en las relaciones lésbicas. Una idea que da por sentado que las mujeres somos poco racionales y muy emocionales. O el del mito de la cama fría, que acepta la idea de que el deseo sexual de la mujer es inferior al del hombre.

Es importante que reflexionemos sobre el origen de nuestras decisiones y comportamientos para eliminar por completo al patriarcado de nuestras relaciones lésbicas.