Por suerte para lesbianas y gays, así como demás miembros del colectivo LGTBQI+, las cosas están cambiando mucho en lo que se refiere a la «familia» tal y como la conocemos y como la conocíamos. 

No hace mucho tiempo leí la historia de Gee Roberts, una chica de 23 años que estudia medicina en Inglaterra. Esta muchacha estaba planeando su boda, y además de sus padres, su madre de alquiler también está invitada al evento. En la entrevista que leí, Roberts decía que esa mujer es muy importante en su vida y de su familia. Hay que tener en cuenta que ella es uno de los primeros bebés que nacieron por gestación subrogada en el Reino Unido. 

Esto, según explica, confunde a muchas personas. Pero para Roberts es fácil: su madre es su madre, y su madre de alquiler, es la persona que le dio la vida. Así de simple.

Gestación subrogada, un modelo que está cambiando el modelo de familia

La maternidad subrogada consiste en que una mujer gesta en su vientre un hijo para otra persona o pareja para que puedan formar una familia. Esta práctica está prohibida en Gran Bretaña como un servicio por el que se paga; pero sí se puede hacer como un acuerdo entre dos partes, sin recibir dinero. Por esa razón, cada vez más parejas de mujeres y de hombres optan por ella. 

Los datos muestran que el número de personas que recurren a tratamientos de fertilidad con vientres de alquiler se ha disparado hasta un 22% en un año. Algunos, como los padres de Roberts, acuden a él tras luchar contra la infertilidad. Para otros, como las parejas homosexuales, es una de las pocas vías para ser padres, junto con la adopción.

Como todas las nuevas formas de familia que han surgido en las últimas décadas, la gestación subrogada ha suscitado una gran controversia. Entre otras cosas, por el posible impacto psicológico en los niños nacidos de ella. Ese malestar en torno a los nuevos tipos de familia está en parte relacionado con la sensación de incertidumbre. Ya sean creadas con la ayuda de las nuevas tecnologías o gracias al cambio social, estas familias se enfrentan a menudo a la acusación de estar poniendo en riesgo el bienestar de las generaciones futuras. Al fin y al cabo, si nadie ha concebido o criado a un niño de esta manera antes, ¿cómo podemos predecir las consecuencias?

En realidad, sabemos mucho más sobre las nuevas formas de lo que se suele suponer. Para empezar, muchas familias que fueron pioneras abarcan ahora varias generaciones y tienen lecciones vitales que compartir. Además, aunque cada familia es diferente, los investigadores han descubierto ciertos patrones que parecen aplicarse a todas -incluyendo, posiblemente, otras actualmente desconocidas.

Como resultado, tenemos una imagen detallada de las familias que antes se consideraban un nicho, pero que van a definir el siglo XXI. Al fin y al cabo, la maternidad no convencional aumenta. Las parejas del mismo sexo constituyen una parte cada vez mayor de los padres adoptivos, y el uso de óvulos y esperma de donantes aumenta a medida que las parejas mayores y los solteras eligen la paternidad, por nombrar sólo dos tendencias crecientes. Por muy diversas que sean estas familias, muchas se enfrentan a cuestiones similares, como la forma de contar a los niños su origen o la mejor manera de gestionar las relaciones con terceros, ya sean vientres de alquiler o donantes. Gracias a décadas de investigación, muchas de esas preguntas pueden tener respuesta.

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