Ser homosexual durante la dictadura
¿Cómo era ser homosexual durante la dictadura? El dictador temía que los valores de la familia tradicional se quebrantasen, algo así como sucede en la actualidad en Polonia, por ejemplo. Así pues, la conducta homosexual era duramente represaliada. Esto afectó de manera mucho más dura a los hombres gais, ya que la sexualidad femenina ni tan siquiera se tenía en cuenta. Ellos eran considerados traidores del nacionalcatolicismo, algo que no se podía permitir. Para controlarlo se aplicó una modificación en la Ley de Vagos y Maleantes que se había creado durante la II República.
Esta ley recogía la homosexualidad como un delito, y gracias a ella se pretendía reconducir a los que se denominaban ‘invertidos’, para proteger el país. Además, se implantaron algunas medidas para impedir la ‘difusión’ de la homosexualidad. Según el dictador y su equipo, las conductas no heterosexuales eran una ofensa para el país. Supuestamente, eran un agravio para las buenas costumbres los valores morales que eran el pilar de la sociedad. Pero estas medidas represivas se intentaron disimular un poco para que el odio no se notase tanto.
Para ello, el texto no hablaba de penas ni de castigos. Se decía que eran medidas de seguridad, aplicadas para la corrección y prevención de aquellos ciudadanos “caídos al más bajo nivel moral”. No se les castigaba, se les ‘protegía’. La realidad, como podrás imaginar, era muy distinta. Ser homosexual durante la dictadura era un riesgo para la integridad física y tu vida corría peligro, literalmente. Aquellos que no eran apaleados por la policía o directamente fusilados, terminaban en la cárcel. Se calcula que durante aquellos años, hasta 5000 homosexuales fueron apresados y encarcelados.
Estigma social y terapias de conversión
Las leyes suele definir la línea de pensamiento de las personas que componen una sociedad. La idea de las personas de lo que es ético y lo que no, no suele ser intrínseco a nosotros, sino que estamos moldeados por el colectivo, que a veces pesa más que la opinión individual. Si te interesa el tema, lee este link sobre la teoría de la ventana de Overton.
Así pues, ser homosexual durante la dictadura no solo suponía vivir con miedo a acabar en la cárcel o perder la vida. El estigma social y la exclusión también hacía que la vida de estas personas fuese un infierno. La única opción parecía ser quedarse en el armario y vivir fingiendo.
Tras la muerte del dictador, las cosas comenzaron a cambiar, pero muy poco a poco. Se cambió la ley de Vagos y Maleantes por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, una reforma penal insuficiente y por la que la homosexualidad seguía siendo un delito punible. Se mantenía la idea de que había que ‘reformar’ a estos ciudadanos, y muchos fueron víctimas de horrorosas terapias de conversión que incluían lobotomías, electroshock o internamientos en psiquiátricos.
En 1979 se retiraron los decretos que criminalizaban la homosexualidad y aún tuvieron que pasar diez años más para que se derogase la ley. Las cosas han cambiado mucho desde entonces aunque sigan registrándose episodios violentos puntuales contra el colectivo. Aunque ser homosexual durante la dictadura y serlo hoy día son experiencias, por fortuna, opuestas, conviene seguir luchando por mantener nuestros derechos.
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