Natalie Clifford Barney nación en Dayton, Estados Unidos, en 1876. Era hija de Alice Pike una pintora rica de Washington D.C. y de Albert Clifford Barney, un magnate del ferrocarril. Creció en una gran mansión y tuvo una educación exquisita y privilegiada, aprendió a tocar el violín y tenía una niñera que le leía en francés, un idioma que terminó dominando a la perfección y que fue el elegido para su obra literaria.

Se enamoró por primera vez a los 12 años

Así pues Natalie era adinerada, guapa, talentosa e inteligente, lo que auguraba muchos éxitos en su vida. Con solo doce años Natalie se enamoró de una niña de su edad llamada Eva. Desde ese momento asumió con total naturalidad su orientación sexual. Además rechazó algunas imposiciones de género como, el famoso debut en sociedad tradicional de las adolescentes de la época que hemos visto en series y películas.

Natalie se estableció en París en un momento en el que la sociedad era bastante tolerante con las relaciones entre mujeres, aunque censuraba la homosexualidad masculina. Allí conoció a Liane de Pougy, una prostituta muy reconocida entre los hombres más adinerados. Tuvieron un breve romance y aunque Natalie le pidió muchas veces que dejase la prostitución, jamás lo consiguió.

También pasó por su lecho la poetisa Renée Vivien, conocida artísticamente como Pauline Tam, que narró su historia de amor en Une femme m’apparut. También Clifford la mencionó en su obra, concretamente en el libro de poemas Quelques portraits, sonets de femmes, que además se editó con ilustraciones de su propia madre Alice. Las dos escritoras viajaron en el Orient Express decididas a instalarse en Lesbos. Pero durante el viaje tuvieron una bronca monumental y se volvieron a casa. Con tan buena suerte para Natalie que de regreso se encontró con la baronesa Hélène de Zuylen, con quien había tenido una aventura en el pasado. Y parece que se alegraron ambas de este reencuentro.

Natalie Clifford Barney y el Templo de la Amistad


La tragedia llegó a la vida de Natalie Clifford Barney con el fallecimiento de su padre,. Y Renée volvió rápidamente a su lado para ofrecerle consuelo. Como era de esperar Clifford cobró una sustanciosa herencia, que invirtió en crear el Templo de la Amistad, un lugar que pretendía ser un punto de encuentro para intelectuales de la época. Pero toda sabemos que había una doble intención porque Natalie no daba puntada sin hilo. Efectivamente por el famoso Templo pasaron mujeres como Gertrude Stein, Eva Palmer, Djuna Barnes, Isadora Duncan, Mata Hari, Colette… y otras interesadas en el arte y los contactos lésbicos.

Antes de la Primera Guerra Mundial conoció a Romaine Brooks, una pintora norteamericana con quien mantuvo una relación intermitente casi hasta la muerte de Natalie. La monogamia nunca formó parte de la vida de Clifford, y otra de sus amantes y amores al algo plazo fue  Élisabeth de Gramont, una aristócrata muy polémica en su época por su posicionamiento socialista. Por ea época también conoció a Dolly Wilde, sobrina del escritor, tan brillante y sorprendente como su tío. Su romance duró más de diez años, y poco después Dolly fallecía víctima de un cáncer de mama.

La guerra le pilló en Italia, donde se había establecido con Romaine Brooks. Aunque era abiertamente antifascista, tuvo que hacer todo lo posible por pasar desapercibida para sobrevivir. Tras la guerra, volvieron a París, pero Brooks se mudó por su cuenta y Natalie inició una relación a tres bandas con Janine Lahovary, una mujer casada con un embajador rumano. En los años sesenta, Brooks comenzó a presentar síntomas de depresión y prefirió abandonar a Natalie Clifford Barney. Falleció en 1970, dos años antes que la propia Natalie.

La historia de Natalie Clifford Barney es un soplo de aire fresco. No hay represión ni tragedia, solo una mujer que ligaba más que ninguna y volvió locas a la mayoría de las lesbianas de la época.