Seguro que, al menos, te suena la serie Gentleman Jack, ya te he hablado de esta serie, bestial por cierto, varias veces. Hoy no te quiero hablar de la serie que recoge la vida de la que muchos consideran la primera lesbiana del siglo XX, Anne Lister, pero sí te quiero hablar de esta mujer que desafió frontalmente todos los convencionalismos de su tiempo. 

La primera lesbiana moderna que se casó con otra mujer

Pues sí. Cuenta la historia que no solamente Lister fue la primera lesbiana del siglo XX, sino la primera lesbiana que se casó con otra mujer. Sin importarle nada ni nadie, y por la iglesia, en un servicio religiosa nada convencional. Bajo una bóveda, en sus terrenos, se arrodilló junto a su pareja en el altar de una pequeña iglesia para contraer matrimonio. 

Hay que pensar en la época en la que nos encontramos, 1834, en Inglaterra. En este momento los llamados «actos homosexuales» eran un delito y las relaciones entre mujeres no se reconocían, sin contar con que también estaban castigadas. No existía una palabra para la mujer a la que le gustan otras mujeres. 

Pero la primera lesbiana del s.XX se resistía con todas sus fuerzas (y todos sus recursos económicos) a doblegarse a las convencionales que le obligaban a comportarse de determinada forma solo y exclusivamente por ser una mujer. Tuvo empresas, gestionó sus propias tierras y minas, estudió, hizo política y viajó muchísimo. Incluso escaló. Pero sobre todo, tuvo relaciones con las mujeres que quiso.

Además, algo que le obsesionaba era dejar por escrito absolutamente todo lo que vivía, y lo hizo en sus diarios. La particularidad de estos cuadernos estaba en que los escribía en un idioma inventado que no se ha podido descifrar hasta hace relativamente poco tiempo. 

Los diarios de Anne Lister 

En los diarios de esta terrateniente se recoge que su forma de vestir tampoco se adecuaba a los requerimientos de la época. Siempre llevaba ropa de hombre y vestía de negro. Como podrás imaginar, en Halifax, su ciudad, eso era motivo de todo tipo de insultos y burlas. 

Anne Lister era una mujer con estudios y que confiaba en todas las personas, y eso era algo muy poco habitual. En las páginas de su diario recogía que siempre que iba por la calle, la gente le insultaba, pero que a ella le daba igual. Simplemente, se paraba en su camino y les daba los buenos días. 

Desde muy pequeñita había sido «más bien masculina», motivo por el que su madre la mandó a un internado a los siete años. Allí se granjeó la fama de alborotadora, y cuando ya era adolescente, la recluyeron en un dormitorio en el ático del internado, donde tenía prohibido ver a cualquier chica. No solamente lo hacían por temor a que contagiara su rebeldía a los demás, sino para evitar relaciones pecaminosas. 

En sus diarios lo apuntaba absolutamente todo, desde lo que comía hasta qué cartas recibía. 

Lo cierto es que sus diarios son apasionantes, y los puedes conseguir en cualquier librería. Cuéntame en los comentarios si los has leído