Hace poco hablábamos de la gran Virginia Woolf, para recomendaros una lectura de verano, el delicioso libro ‘A Virginia le gusta Vita’. Hoy queremos centrarnos un poco más en la figura de Vita Sackville-West, que si bien fue objeto de amor de la escritora inglesa, también tuvo otras apasionadas relaciones con mujeres de la época.

La escandalosa vida familiar de Vita Sackville-West

Vita Sackville-West era nieta de Josefa Durán, una gitana malagueña de origen humilde que consiguió hacerse famosa en toda Europa. Se dio a conocer como La Estrella de Andalucía o Pepita de Oliva. Pepita estaba casada, pero en una de sus giras artísticas por Berlín, se enamoró del diplomático inglés Lionel Sackville-West, con quien formó una gran familia, sin llegar a contraer matrimonio nunca. Tuvieron hasta siete hijos (por aquella época se consideraban bastardos), y uno de esos hijos fue la madre de Vita, llamada Victoria. Pero el culebrón familiar no acaba ahí. Victoria se casó con su primo Edward Sackville-West, y de la unión nació Vita, en 1892. Con estos antecedentes, en la rígida sociedad victoriana de aquel entonces, el escándalo ya perseguía a la joven Vita antes de haber llegado al mundo. Por el adulterio de sus abuelos, el nacimiento fuera de matrimonio de su madre y por la boda de esta con su propio primo.

Su primera relación fue con una chica

Pero Vita estaba dispuesta a generar sus propios escándalos, y con solo 11 años, se hizo novia de Rosamund Grosvenor una compañera de colegio. Aquel amor de juventud duró hasta 1913 cuando Vita, que ya había despuntado como poetisa, se casó con Harold Nicolson, un importante diplomático, político y escritor inglés, a quien acompañó en sus viajes a Teherán y Estambul. Con él tuvo dos hijos, ambos varones, Benedict y Nigel. Este último, ya adulto, fascinado por la vida de su madre, y amante también de la escritura, publicó varios libros donde compartió detalles de los dos grandes amores de Vita Sackville-West. Uno ya lo conocemos: Virginia Woolf, a quien Nigel también le ha dedicado un libro. La otra fue Violet Trefusis, con quien tuvo una relación más larga.

En realidad Vita Sackville-West tuvo muchas amantes, incluso estuvo liada con su propia cuñada Gwen St. Aubin. Por sus brazos pasaron también Mary Garman, esposa del poeta Roy Campbell, o Hilda Matheson, alta directiva de la BBC. El marido de Vita, Harold, también era bisexual y durante años fue amante del escritor y amigo de Vita, Raymond Mortimer. Así pues tenían un estupendo acuerdo y mantenían una fructífera y respetuosa relación abierta.

Vita, Violet y Virginia

Aunque la importancia histórica de Virginia Woolf ha hecho que su romance tenga más relevancia, la relación con Violet fue más intensa, compleja y larga. Si quieres saber más puedes leer la recopilación de cartas de la propia  Violete Trefusis, ‘Cartas de amor a Vita’ para leer los pormenores de la pasión de las dos mujeres. Violet Trefusis era la hija de una de las amantes favoritas del rey Eduardo VII y ella y Vita se conocieron de niñas. Su relación se hizo más estrecha en 1918 cuando Violet aún no se había casado. Desde entonces el romance estuvo lleno de ida y venidas, de escapadas, de riñas y reconciliaciones, y fue tan pasional y duradera, que sus maridos llegaron a preocuparse. En los años 40 aún mantenían contacto por carta.

Vita Sackville-West tenía un físico contundente. Era muy alta y robusta, tenía una nariz prominente y unas piernas largas y blancas. Parece ser que a Virginia no le gustó en un primero momento. Hasta que se conocieron mejor. Esto fue a finales de 1922, y las dos mujeres se hicieron amantes durante 10 años, aunque siguieron siendo buenas amigas hasta que Virginia puso fin a su vida en 1941.

La vida de las lesbianas y bisexuales de otras épocas es realmente fascinante. Y la de Vita Sackville-West quien vivió sus amores fuera del armario desde niña, merecía ser contada.