La homofobia interiorizada es mucho más común de lo que penamos, a pesar de estar viviendo en un contexto bastante positivo y tolerante hacia las minorías sexuales. Y tiene graves consecuencias. Salir del armario es sin duda un importantísimo punto de inflexión en la vida de una persona homosexual o bisexual. 

Comunicar a los demás nuestra orientación (no heterosexual), es un momento trascendente, y aunque es algo liberador, no es el final de un camino, sino el comienzo de una nueva etapa, en la que la persona tendrá que hacer un gran trabajo interno.

Todos hemos tenido homofobia interiorizada

Vivimos en una sociedad donde la homofobia está presente, esto es así, lo que significa que las personas LGTBIQ+ deben enfrentarse a diversos grados de discriminación a lo largo de su vida, desde falta de representación hasta ataques verbales e incluso físicos. Existen todavía muchos prejuicios contra las minorías sexoafectivas, y estos se filtran sutilmente en el día a día a través de comportamientos e ideas que se asientan en nuestro imaginario y pueden ser difíciles de identificar.

Esto significa que todos nos hemos criado en una sociedad más o menos homófoba y con el tiempo hemos integrado prejuicios y estereotipos, que en el caso de homosexuales y bisexuales, van contra ellos mismos. Esto es lo que se conoce como homofobia interiorizada.

Estas personas, cuando interiorizan estos prejuicios desde la infancia, desarrolla un autoconcepto totalmente alterado, de forma que comienzan a negarse a sí mismas de forma inconsciente. Esto provoca una profunda disconformidad con la orientación sexual, lo que hace que sea muy complicado mantener relaciones satisfactorias, y aún peor, está a gusto con una misma.

En la homofobia interiorizada, una persona reconoce su orientación sexual,  pero el hecho de que se identifique como LGTB, no significa que todas estas ideas preconcebidas y dañinas desaparezcan. Una chica que asume que es lesbiana, habrá asimilado, igual que los demás, una imagen muy falsa y estereotipada de las lesbianas, como que deben comportarse de tal o cual manera.

Clichés que además suelen ser despectivos o en tono de burla, así que sin pretenderlo, esa joven lesbiana se juzgará y se dirigirá a sí misma como lesbiana con el mismo diálogo que ha aprendido socialmente. Imagina la violencia de la batalla interna que esto puede provocar.

Provoca graves problemas de autoestima y mucha infelicidad


Evidentemente las secuelas de la homofobia interiorizada son muy graves. Pueden ir desde una baja autoestima, hasta ansiedad, depresión, fuerte autorrechazo, autolesiones o ideas suicidas. También puede ser un obstáculo que impide formar conexiones sólidas con otras personas, ya sea para relaciones de amistad, sexuales o para forma pareja.

Incluso puede su poner un problema a la hora de vincularse con otras personas LGTB que sí son capaces de vivir su orientación sexual con libertad y sin prejuicios.

En muchos casos, quienes sufren de homofobia interiorizada, en vez de dejarse ayudar por sus iguales, tienden a sentir culpabilidad, frustración y envidia hacia quienes se aceptan plenamente, y esto se puede manifestar como odio y rechazo.

La homofobia interiorizada suele estar acompañada de emociones muy negativas y dañinas como asco, ansiedad, vergüenza, miedo y conductas evitativas hacia todo lo que se refiere a lo LGTBI, por un fuerte temor al rechazo.

¿Se puede superar? Como en todo, el primer paso, es ser consciente y reconocerlo para, a partir de ahí, trabajar con el autoconcepto y las emociones negativas asociadas. Es un trabajo interno que en ocasiones hay que hacer de mano de un terapeuta profesional y que sin duda merecerá la pena.

Si te encuentras en este punto, apuesta por tu salud mental para tener una mejor calidad de vida. Pide ayuda y déjate acompañar y guiar.