Las empresas de gestación subrogada se suelen ofrecer como entidades LGTB friendly. Y aunque son muchas las parejas heterosexuales que acuden a ellas, unos de sus reclamos comerciales es presentarlo como una opción donde las familias diversas pueden cumplir su sueño de tener un hijo de su sangre y muy parecido a ellos.
Más barata en países pobres
Aunque en España la explotación reproductiva no es legal, sí lo es en otros países. Así que es frecuente que las personas que han recurrido a este método, lo reconozcan públicamente sin problema como algo normal y legítimo. Ucrania, Georgia, Rusia, India, Canadá o Estados Unidos son algunos de los países donde se realiza esta práctica, con precios muy diferentes. Los vientres de alquiler son más baratos cuanto más pobre es el país. Por ejemplo en EE.UU. el precio no baja de los 100.000 €, mientras que en India puedes tener a tu bebé por 3.000 € En Georgia o Ucrania, ronda los 40.000 €.
Uno de los mayores problemas es muchas asociaciones LGBT respaldan la gestación subrogada y su regulación está incluida en sus agendas. Algo que está comenzando a provocar un fuerte cisma en el movimiento. Tal vez ha llegado el momento en el que el colectivo se oponga radicalmente a esta manera de mercantilización de los cuerpos de las mujeres, que cada vez se está volviendo más popular y se está tratando de normalizar. La neutralidad ante este tipo de explotación pone en peligro los intentos de emancipación real del colectivo LGBT. Supondría un paso adelante hacia un modelo de sociedad neoliberal con consecuencias lamentables sobre las minorías.
Asociaciones LGBT que sí apoyan la gestación subrogada
Por otra parte, no podemos olvidar que el movimiento feminista fue el primero que le plantó cara a las jerarquías de género. Jerarquías que no solo oprimen a las mujeres (entre las que se incluyen a las lesbianas y las bisexuales), sino también al resto del colectivo disidente del modelo patriarcal. Las feministas lograron derecho al voto, una igualdad legal e independencia económica tras acceder al mercado laboral. Después, con mucha lucha y esfuerzo, exigieron al Estado leyes que protegiesen sus derechos sexuales y reproductivos. Fueron las primeras en desafiar al orden heteropatriarcal que es el origen de la opresión también del resto del colectivo LGTB.
Y a pesar de todo, los intentos por someter a la mujer a una posición de inferioridad jerárquica han rebrotado con una fuerza inusitada que hace temer un retroceso. La legalización de la gestación subrogada (un terrible eufemismo para llamar a la explotación reproductiva), supondría convertir el cuerpo de la mujer en objetos de compraventa. Por eso deberíamos rechazar en masa cualquier tipo regulación de esta práctica.
Afortunadamente algunas personas del colectivo LGBT alzan la voz para decir ‘no en mi nombre’. Ya que la lucha de la comunidad está vinculada a diversas peticiones de regulación de la gestación subrogada. Por ejemplo la Plataforma Estatal LGTB, COGAM, FELGTB o Galehi, que por cierto, ha recibidos un puesto en la vocalía del Consejo para la participación de las personas LGBT del Ministerio de Igualdad.
Dejando a un lado el hecho de que la maternidad o paternidad no es un derecho, sino un deseo, la lucha debería ir encaminada a regular los procesos de adopción. No a favorecer el acceso a los vientres de alquiler. Es muy triste que un colectivo entero formado en parte por mujeres, de la espalda a esta realidad que cada vez se aproxima más a la distopía de El Cuento de la Criada.
Si perteneces al colectivo y rechazas la gestación subrogada, manifiéstate contra ella y entérate si tu asociación local apoya esta práctica. No en nuestro nombre.
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