El lesbianismo político es una idea que lleva ya mucho tiempo debatiéndose, pero parece que recientemente se ha vuelto a poner sobre la mesa en los círculos feministas. Esta teoría sostiene que todas las mujeres pueden y deben elegir su modelo afectivo y sexual, y que una vida lesbiana es la manera más eficaz para combatir las opresiones a las que nos somete el patriarcado. A continuación lo desarrollamos de forma resumida para que entiendas mejor de que se trata.

Lesbianismo político for dummies

La idea principal del lesbianismo político se basa en la convicción de que la heterosexualidad es un régimen impuesto socialmente y casi obligatorio. Es la opción que predican todas las religiones, pero también es una de las herramientas más poderosa del capitalismo. Bajo este prisma, se entiende la heterosexualidad como la muestra práctica del sometimiento de la mujer. Ya que sirve para afianzar y consolidar un sistema en el que ellas siempre pierden.

La mujer no es sujeto de derecho propio, está obligada a casarse, presionada a tener hijos, no puede trabajar o tener independencia económica. Además de ser la encargada de los cuidados, el soporte psicológico del varón y en muchos casos del resto de la familia. ¿Cuál es la solución a todo esto? Hacerse lesbiana. Bien sea de desde el punto afectivo sexual, en relaciones amorosas y sexuales con otras mujeres, o bien como disidencia social, sin consumar, en un desafío ante la imposición heterosexual. En definitiva, lo que se propone es descartar las relaciones amorosas o sexuales con hombres.

La orientación sexual como constructo social

Y aquí surge la gran pregunta, ¿la orientación sexual se elige? Defensoras del lesbianismo político como Beatriz Gimeno, afirman que la sociedad neoliberal ha despolitizado el régimen del deseo femenino. Y que en parte estamos influenciadas por la lucha por los derechos de los homosexuales. La homosexualidad se ha defendido siempre bajo el argumento de que no es posible elegir a quien se desea o se ama, pero no todo el mundo está de acuerdo con esto.

La comunidad gay trabajó activamente para despatologizar su opción sexual, pero procurando no perder sus privilegios masculinos. Un hombre gay puede afirmar que su deseo sexual es innato, e incontrolable, y por lo tanto no debe ser discriminado por ello, pero deja de lado a las mujeres, ya que no se cuestiona el sistema. En los años 60 se utilizaba la expresión ‘opción’ sexual en la defensa de los derechos LGTB, pero con el tiempo se fue cambiando el concepto a ‘orientación’ sexual para eliminar la idea de que pudiese tratarse de algo modificable.

Aquí se presenta otra cuestión peliaguda. Admitir que la sexualidad se puede controlar, ¿no es aceptar que las terapias de conversión pueden funcionar? La respuesta que da Gimeno a esto es que todas las mujeres nacemos con un deseo mucho más fluido que el de los hombres, y que todas seríamos bisexuales, tal y como demostró Kinsey en su famosa escala. Los hombres han sido socializados para darle más importancia a los factores biológicos, sin embargo las mujeres estamos menos condicionadas en este aspecto, lo cual nos permitiría a todas prescindir de los hombres y adoptar el lesbianismo político como forma de vida.

¿Qué opinas tú de todo esto del lesbianismo político?