En los últimos tiempos se habla más que nunca de diversidad sexual, y en este contexto también ha salido del armario la asexualidad. Pero siempre surge la duda, ¿es una orientación sexual más? ¿o es una condición provocada por algún componente psicológico o físico? La respuesta, como con casi todo, no es tan sencilla.

¿Qué es la asexualidad?

Se usa el término asexualidad para definir simplemente la falta de deseo sexual. Las personas asexuales no experimentan atracción sexual por norma general, pero sí expresan poder sentirse atraídas por otras personas a otros niveles, como el romántico, el intelectual o el estético. Según los estudios, un 1% de la población sería asexual. Pero como decíamos, no es tan fácil, dar una definición que se pueda ajustar a la inmensa multiplicidad de la realidad humana. Y es que no todas las personas asexuales lo son por completo, ya que algunos se masturban. Por lo tanto en esos casos sí tienen deseos sexuales pero no hacia otras personas. Luego hay otro grupo que definitivamente no experimentan deseo sexual de ningún tipo, en ningún caso.

Sabiendo esto, ¿se puede entender la asexualidad como una opción sexual como cualquier otra? ¿O es un trastorno o una conducta derivada de algún tipo de carencia en lo que se refiere a la educación sexual? ¿Puede tener algo que ver con la autoestima, o tal vez esté relacionada con las hormonas? Los humanos somos animales sexuados, con comportamientos regulados por las hormonas, que nos impulsan a disfrutar de nuestra sexualidad. Pero también somos seres pensantes y (aparentemente) racionales, con mentes capaces de valorar y tomar decisiones sobre nuestra sexualidad.

Sea cual sea la respuesta, por lo general, las personas que se identifican como asexuales, suelen ser reacias a recibir un diagnóstico médico. Aquí habría que hablar del estigma que pesa aún sobre la cuestión de la salud mental, pero ese sería otro tema muy extenso. Normalicemos, por favor, el acudir a terapia para comprendernos. Dicho esto, volviendo a la asexualidad, algunos psicólogos afirman que podría ser un síntoma de un trastorno de aversión al sexo, aunque las personas que llevan este estilo de vida, prefieren entenderlo como una identidad que les es propia y que se adapta a su forma de sentir y de vivir.

La sexualidad en las relaciones de pareja

Las personas asexuales pueden tener pareja y a la vez mantener relaciones sexuales. Algunos manifiestan incluso disfrutar del sexo, pero no porque hayan sentido un deseo previo hacia la otra persona, sino como una respuesta fisiológica al contacto sexual. Otros sienten placer ante el hecho de hacer disfrutar a su pareja. Y también puede ser que, al existir un vínculo emocional con su pareja, aprecien la relación sexual aunque tal vez de una forma menos física. La mayoría de estas personas que están en pareja suelen negociar la frecuencia de las relaciones sexuales y las condiciones para hacerlo. Luego están aquellos que carecen por completo de deseo y de intenciones de acceder a mantener relaciones, y prefieren que su pareja tenga sexo con otras personas. Y por último existen los que solo contemplan la opción de tener pareja si esta también es asexual. Como ves, hay diversidad tanto en la sexualidad como en la asexualidad.

Desde el punto de vista social, es interesante reflexionar por qué, dentro de toda esta diversidad sexual, hay una tendencia bastante numerosa hacia la asexualidad. ¿A qué se debe? ¿Puede ser una consecuencia de una falta de educación sexual, unido a una sexualización exagerada, desde prácticamente la infancia? La presión social con respecto al físico cada vez es más fuerte, especialmente para las mujeres, y los mensajes que se reciben con respecto al sexo están completamente distorsionados, influenciados por la pornografía, cada vez más accesible a golpe de clic, para jóvenes y niños de cualquier edad.

Sean cuales sean los motivos por los que una persona se declara asexual, lo importante es que su decisión le haga feliz y sea respetada en todo momento.