Ocho años de cárcel es la sentencia que ha dictado un tribunal de San Petersburgo para el asesino de Yelena Grigoryeva. El crimen de esta conocida activista LGTBI, que ocurrió el verano pasado, conmocionó a la comunidad, en su país y en el resto del mundo. El nombre de Yelena constaba en una lista negra de personas LGTBI. Se publicó en un medio ruso, y ya había recibido varias amenazas de muerte. Si bien su asesino ha sido condenado, el crimen no se ha considerado como delito de odio. Esto ha sido un mazazo para el activismo ruso. Las asociaciones pretenden recurrir.

Una lista negra para dar caza a homosexuales

Yelena Grigoryeva, era bisexual, tenía 41 años y una hija de 20. Militaba en una asociación llamada ‘Alianza de Heterosexuales y Personas LGBT’ que lucha por la igualdad de derechos en San Petersburgo. Era muy conocida en la ciudad por su incansable activismo defendiendo a las minorías sexuales rusas, cuya situación, en uno de los países más homófobos del mundo, es verdaderamente dramática. El ser tan conocida la puso en el punto de mira y empezó a recibir amenazas de muerte que, por desgracia, eran algo más que advertencias para asustarla.

Antes de su asesinato, el nombre de Grigoryeva había aparecido en la Saw, que ya ha sido cerrada. Inspirándose en la saga de películas de terror, la página publicaba una lista de personas a las que pretendían ‘cazar’, incluyendo datos personales. La información de esta web se utilizaba a menudo para chantajear a los que aparecían en ella, y se les instigaba a pagar cierta cantidad a cambio de ser borrados. Muchas de estas personas llegaron a sufrir agresiones, que fueron denunciadas.

No se considera delito de odio

Yelena denunció, tanto las amenazas de muerte, como la actividad de dicha web, pero no se sabe que se iniciara una investigación. El 21 de julio de 2019 se halló su cadáver cerca de su casa, con señales de estrangulamiento y hasta ocho puñaladas. Un ensañamiento que denota un odio profundo. Al final, las autoridades dieron con un sospechoso, que confesó el crimen diciendo que actuó solo y estando bajo los efectos del alcohol tras una discusión con la víctima. El delegado de Derechos Humanos de San Petersburgo y las asociaciones LGTB, presionaron para que se investigase una motivación de odio, porque consideran que el asesinó dio la versión de los hechos más conveniente para reducir la condena.

Este crimen impactó a la comunidad LGTB internacional y generó un fuerte rechazo generalizado. Incluso el ministerio de Asuntos Exteriores español expresó su rechazo públicamente a través de sus redes sociales. Es evidente que el trágico desenlace está relacionado con las durísimas políticas LGTBfobas implantadas en Rusia, donde las minorías sexuales, como se ha visto por el caso de Yelena Grigoryeva, viven en situación de peligro. Las leyes actuales prohíben dar información a menores sobre la homosexualidad desde una perspectiva positiva y tolerante. A la vez, se permiten las detenciones de todos aquellos que reivindiquen o que visibilicen su propia orientación sexual. Solo por llevar una bandera arcoíris, una persona puede ser sancionada, detenida, agredida o encarcelada. Y además de esta violencia por parte de las instituciones, las víctimas están completamente desprotegidas por la nula voluntad de las autoridades de investigar estas situaciones.

Aquí puedes ver un listado de países más homofóbicos del mundo, por si algún día te planteas un viaje.