A veces nos encontramos con testimonios de lesbianas que nos ponen la piel de gallina, y que nos recuerdan que nosotras tenemos una gran suerte por habernos tocado vivir en este momento. No todas las lesbianas pueden decir que pudieron vivir su amor con la persona que querían, o que podían ser abiertamente gays.
Este es el testimonio de una lesbiana que sufrió sesiones durísimas de electroshock durante 12 años.
Una enfermera ingresada en el hospital durante una década con sesiones de electroshock
Joan Bellingham fue enfermera, y en su país natal, Nueva Zelanda, estuvo hospitalizada durante 12 años, tiempo durante el que le dieron más de 200 sesiones de electroshock, y desde entonces lucha por conseguir justicia.
Esta mujer contó su experiencia en la Comisión de Investigación que trata los abusos estatales en los hospitales y las instituciones de la Iglesia en Nueva Zelanda entre los años 1950 y 2000.
Una historia más terrorífica que cualquier película de miedo gracias al electroshock
Según informa el diario local Otago Daily Times, Bellingham tenía 18 años en 1970, momento en el que empezó a trabajar como enfermera aprendiz en el Burwood Hospital, en Christchurch.
La ex- enfermera contó a la Comisión de Investigación que siempre había sido una persona abierta en lo referente a la sexualidad, y que reconoció su lesbianismo muy pronto. También dijo que nunca había pensado en ello como algo que tenía que esconder. Sin embargo, sus compañeros no pensaban de igual forma.
Muy pronto ellos empezaron a acosarla y a acusarla de robar medicinas, y la situación pronto se hizo insostenible. La ingresaron en el ala psiquiátrica para tratar su trastorno neurótico de la personalidad. Cuando Bellingham les dijo que era un error, le administraron drogas y sesiones de electroshock para calmarla.
Permaneció ingresada allí durante 12 años. Por ser lesbiana.
Abusos en la medicación
Durante todo el tiempo que estuvo ingresada, le administraron medicamentos antipsicóticos sin ninguna explicación de por qué, qué eran los medicamentos o cuáles podrían ser los efectos secundarios. Según sus notas médicas, a veces se le administraba tres veces la dosis normal.
También recibió más de 200 sesiones de electroshock, algunas veces, dos al día. Bellingham contó al Tribunal que en esas sesiones sentía como si le atravesaran con cuchillas, y que le provocaba vómitos. Pese a que lloraba y suplicaba, volvían a hacerlo una y otra vez.
Las sesiones de electroshock le dejaron quemaduras en la cabeza cuyas cicatrices hoy son visibles. También le hicieron perder el pelo y le provocaron dolores de cabeza muy fuertes, sin contar con la pérdida de memoria a largo plazo. Además, en el año 2000 le diagnosticaron Hepatitis C, que cree que contrajo por las varillas de metal que utilizaban.
La experiencia con los médicos
Los miembros del tribunal le preguntaron cómo era su experiencia con los médicos, a lo que Joan respondió que temía por su vida cada vez que tenía que quedarse sola con alguno en una sala. Le preguntaban por su vida sexual, y ella temía responder la verdad.
En 1987, presentó una reclamación ante la Accident Compensation Corporation (ACC) por las quemaduras en el cuero cabelludo. Pasaron 12 años antes de que recibiera 10,000 dólares en compensación por las quemaduras y 1500 por los dolores de cabeza crónicos.
Cuéntanos, ¿conoces otros casos como estos?
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