Este año el Orgullo se ha celebrado de manera diferente. El colectivo LGTBI no ha podido caminar en la tradicional marcha que se lleva celebrando desde hace 51 años, pero se ha tenido muy presente este día tan importante. Muchas personas han salido a la calle a pasear de la mano, a visibilizarse, con mascarillas y distancia de seguridad, eso sí, pero mostrándose al fin y al cabo.

El arcoiris que ofende

Sin embargo también parece que ha habido mayor crispación que otros años, porque parece ser que hay gente que se ofende ante la visión del arcoíris. Así de absurdo pero así de real. 

En una sentencia reciente, el Tribunal Supremo denegaba el permiso colocar enseñas arcoíris en los balcones y fachadas públicos. Los enemigos de la diversidad se han sentido muy complacidos, y este gesto ha servido a los homófobos (declarados y encubiertos) para arremeter contra este símbolo. 

En distintas ciudades españolas también ha habido disputas. Por ejemplo en Cádiz, donde tras una denuncia de la Asociación de Abogados Cristianos una juez dio orden al alcalde para que retirase la bandera arcoiris de la fachada del ayuntamiento. Esto ocurrió a pesar de que el consistorio apoyaba la enseña argumentando que sirve para sumar derechos, no para eliminar otras banderas. Las denuncias también llegaron a Zaragoza pero en este caso, el juez rechazó prohibirla en el ayuntamiento. 

Retirada de banderas del orgullo en varios Ayuntamientos

Sin embargo los abogados cristianos este año estaban a tope y presentaron querellas también contra Alberto Rojo, el alcalde de Guadalajara y contra Concha Andreu, presidenta del Gobierno de La Rioja. Este grupo publicó un comunicado donde consideraban que no se puede tolerar que las administraciones públicas coloquen en sus edificios una bandera que solamente representa a una parte de la población. Comparaban las banderas del Orgullo con las ikurriñas en Navarra o las esteladas en Cataluña.

Ante estos intentos de represión e invisibilización, el poder está en los ciudadanos. La prueba está en lo que ocurrió en Villanueva de Algaidas, Málaga. Dos agentes de la Guardia Civil  se personaron en el Ayuntamiento para trasladar las quejas de tres vecinos (homófobos y amargados) por la bandera colgada en la fachada del edificio. En su protesta se acogían a la sentencia del Supremo. Finalmente, José Antonio Cívico, el alcalde del municipio no tuvo más remedio que retirarla, algo que indignó a los demás vecinos. La reacción fue espectacular: 400 balcones particulares se cubrieron de arcoiris en apoyo del Orgullo. ¿No se os cae la lagrimilla de emoción?

En Barcelona, a pesar de la sentencia del Tribunal, se han colgado banderas en el Parlament, en los dos palacios del Ayuntamiento, en el Govern de la Generalitat y en la plaza de Sant Jaume. Lo mismo han hecho en Palma de Mallorca donde el castillo de Bellver se ha engalanado con los colores del Orgullo. El Ayuntamiento de Madrid decidió respetar la sentencia, pero ha tirado de ingenio y ha iluminado el Palacio de Cibeles con luces arcoiris. También se han visto buzones multicolor, así como calles y marquesinas. Pueden prohibir las banderas pero no el orgullo.