La vida de las mujeres lesbianas durante el régimen nazi no fue tan horrible como podía haber sido. En 1890 se formó en Alemania el primer movimiento homosexual del que las lesbianas formaron parte activa. Al fin y al cabo la discriminación que sufrían era grande, tanto por su género como por su orientación sexual. De hecho hasta 1908 las leyes prohibían que las mujeres participasen en organizaciones políticas. Durante la época de la Primera Guerra Mundial se produjo cierta relajación de la moral en lo que se refiere a la sexualidad. Gracias a esto las lesbianas llegaron a disfrutar de lugares de ambiente como clubs para mujeres o cabarets, como el ‘Café Dorian Gray’. Especialmente en Berlín que se convirtió en una ciudad de referencia para el movimiento.
Mujeres inferiores, pasivas y solo válidas para engendrar
Sin embargo el conservadurismo fue creciendo hasta la llegada del nazismo, y con él, el cierre de todos los locales, la cancelación de la publicación ‘Die Freundin’ y cualquier literatura lésbica. De esta manera el lesbianismo perdió toda visibilidad publica. Sin embargo, no sufrió una gran persecución, como si ocurrió con otras minorías incluyendo al colectivo de hombres gay.
¿Por qué las autrodidades no arremetieron contra las lesbianas durante el régimen nazi? Básicamente porque concebía al sexo femenino como seres inferiores, con una naturaleza tal que les hacía depender de los hombres del mismo modo que los niños dependen de los adultos. Además, la sexualidad de las mujeres se entendía como algo pasivo, sin deseos eróticos propios. Por otra parte, las mujeres tenían mayor libertad para las muestras de afecto, lo que les permitía hacerse pasar por amigas de cara a los demás. Para el Tercer Reich la función principal de la mujer era servir al estado engendrando muchos hijos. Mientras cumpliese con esa labor, su tendencia sexual poco importaba.
Lesbianas durante el régimen nazi y denuncias anónimas
Esto no significa que hubiese vía libre para que las lesbianas se hiciesen pasar por mejores amigas. A pesar de todo, sí estaban en el punto de mira en la Alemania de la época, aunque no fuesen uno de los objetivos principales de las persecuciones. Las redadas policiales eran frecuentes para evitar reuniones clandestinas y también eran habituales las denuncias anónimas, algo que el Régimen trataba de incentivar. Esto provocó que algunas mujeres decidiesen mudarse a otras ciudades para no ser delatadas por su círculo social. Otras optaron por el matrimonio para ponerse a salvo y en muchos casos se trataban de bodas de conveniencia con algún amigo gay.
Pocas lesbianas llegaron a ser encarceladas durante el régimen nazi. Ni siquiera aparecían clasificadas en los informes como prisioneras homosexuales. Pero sí hubo algunos casos conocidos como la detención de 8 mujeres que se llevó a cabo delatadas por una persona cercana, un familiar, compañero de trabajo o un vecino, esto no se llegó a saber. La denuncia y la detención de estas ocho mujeres por parte de la kriminalpolizei de Berlín fue un caso llamativo y bastante excepcional teniendo en cuenta que la homosexualidad femenina no constaba en el derecho procesal. Los abogados llegaron a la conclusión de que no existían indicios que violaran los códigos que regulaban y controlaban las relaciones entre personas del mismo sexo, porque estos códigos solamente hacían referencia a los hombres.
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