Luchar contra la homofobia me ha ayudado mucho tanto a título personal, y también a darme cuenta de que todos podemos marcar la diferencia, sin importar si eres grande o pequeño. El coraje demostrado por esas personas que ayudan a luchar contra la homofobia, es muy inspirador.
Desde que salí del armario me intimidaron en el instituto por ser lesbiana. Cuando averigüé qué significaba ser homosexual para los demás, no solo para mí, me planté y dije «hasta aquí». Estaba decidida a luchar contra la homofobia, a enfrentarme a esos matones que decían que ser gay está mal. Es imposible, porque yo no soy mala persona.
Me llevó muchos años darme cuenta de que la intimidación que sufrí en la escuela tuvo un efecto muy serio cuando descubrí que no era nada negativo ser quien soy. Para muchas chicas homosexuales, el problema sigue ahí: las acosan en el colegio y en el instituto. Algunas, incluso, sufren violencia, insultos y, gracias a estos matones, sienten que son un deshecho de la sociedad.
Salir del armario para luchar contra la homofobia
Desde que salí he tenido suerte. Mis amigos y mi familia me aceptaron, al contrario de lo que yo esperaba, aunque les llevó un tiempo, claro. Y estoy rodeada de mucha gente que me ayuda a luchar la homofobia a diario, simplemente, con su comportamiento. Además, he conocido a personas muy interesantes que me han hecho darme cuenta de que en los jóvenes es muy común y muy peligrosa. Y de que los mismos jóvenes son clave para pelear contra esta lacra.
Por suerte, he tenido la oportunidad de trabajar con colectivos y asociaciones que fomentan el voluntariado «gay», pero no entre sus mismos miembros, sino que abren su acción a cualquier persona, hetero u homosexual, que quiera participar en una causa tan noble como lo es esta.
Durante el tiempo que he trabajado con ellos, he podido ver la gran cantidad de jóvenes que participan en sus programas de voluntariado, realizando tareas de concienciación y de trabajo social. Ellos no solo hacen esta labor en la misma asociación, sino que también dan charlas en sus escuelas e institutos y participan en acciones sociales.
Los jóvenes son un pilar fundamental para la causa
Como digo, he conocido a chicos y chicas maravillosos en estos programas, personas que te inspiran y que te animan a seguir peleando. Son jóvenes, impetuosos y con esa fuerza que tanto te llama la atención. Personas comprometidas que quieren hacer algo, y que tienen la iniciativa de proponer a sus escuelas impartir seminarios contra la discriminación. De verdad, es asombroso. Y lo mejor es que hay muchísimos chavales y no tan jóvenes que se benefician de esas acciones: profesores, alumnos y personal de estas instituciones.
Ellos son lo que necesitamos para que se produzca el cambio que ansiamos y que llevamos tanto tiempo esperando.
Nunca he intentado convertirme en la lesbiana del año. Solamente quiero dejar un mundo mejor a las chicas gays que vienen detrás de mí. Para eso es fundamental luchar por la igualdad, y por suerte, hay mucha gente que piensa igual que yo. Que podemos lograrlo.
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