A Sara, nombre falso para proteger su identidad, es una niña trans a quien le gusta nadar, le encanta desde que era un bebé. Pero la Federación Catalana de Natación no le da la licencia que se exige. Sara tiene 8 años y es una niña transexual y sucede que las licencias están clasificadas en función del género, según las normas de este organismo.

Conflicto entre organismos

La FCN sostiene que antes de nada el Registro Civil tiene que reconocer el tránsito de Sara y hasta entonces no pueden incluirla en la inscripción como niña. Sin embargo David Guerrero, quien es el presidente de Deporte y Diversidad,  se desmarca de esta decisión y afirma que es una falta de empatía y que ellos no le van a negar la licencia a nadie. 

Los tramites para hacer este cambio en el Registro Civil son un poco complicados para cualquier niña trans. La solicitud tiene que ser validada por un juez, que en ocasiones solicita un examen de un psiquiatra. Este proceso, además de discriminatorio suele ser humillante para estas personas. Así lo afirma la vicepresidenta de la asociación Chrysallis, que trabaja para dar apoyo y asesoramiento a las familias con menores transgénero o transexuales. Ana Valenzuela, también explica que en ocasiones incluso tienen que ser vistos por un médico forense. Después de este periplo, muy desagradable para los menores, la aprobación de la solicitud dependerá de la sensibilidad que tenga el juez. 

Todo esto comenzaba en el mes de junio del año pasado cuando la monitora de natación de Sara le propuso que entrase en el equipo federado. La niña se ilusionó muchísimo. Sigue entrenando cuatro veces a la semana, a pesar que desde septiembre no compite. Al comenzar el curso las compañeras le preguntaros por qué no había asistido a la competición y Sara no supo responderles. La menor obviamente está frustrada y confusa, afectada por lo que le está sucediendo. 

Licencia denegada

La vicepresidenta de Chrysallis es la portavoz y representante de la familia y está trabajando para exigir la licencia. La federación de natación rechazó su solicitud, justificando que deben ajustarse a la normativa. Valenzuela afirma que no existe voluntad, por parte de la federación, para llegar a un acuerdo. 

El caso de Sara vuelve a sacar a luz el debate sobre la importancia de la competición deportiva para niños. Al fin y al cabo la función de las federaciones es incentivar y facilitar la práctica de deportes. Y sin embargo a Sara no le permiten participar por negarle la licencia. 

Este conflicto está afectando muy negativamente a la niña, que tiene una personalidad muy activa, pero su ilusión por la natación que tanto le gustaba, se está desvaneciendo. Está cansada y desgastada por esta disputa entre organismo, que se prolonga. Esperamos que la situación termine favorablemente. En 2020 no se puede permitir este tipo de discriminación.