Me cabrea mucho tener que contaros estas noticias de terapias de conversión. ¿Conversión, qué leche de conversión?

No es la primera vez que oímos hablar de estas terapias de conversión para gays y lesbianas, que prometen que, tras someterse a ellas, vamos a volver al buen camino, al redil que diría la iglesia católica. Y sí, lo pongo en minúsculas porque me da la gana.

Un nuevo caso de maltrato en las terapias de conversión

En esta ocasión nos tenemos que hacer tristemente eco del caso de la joven lesbiana de 24 años Alana Chen, de Colorado en Estados Unidos, que, tras unas milagrosas terapias de conversión ofrecidas por esta secta religiosa, ha sido encontrada sin vida.

No sé a vosotras, pero a mi me mosquea mucho. Para empezar, que la iglesia se meta en decir a la gente cómo vivir, y para seguir, que se sometan a personas que tienen todo el derecho a decidir cómo quieren vivir su vida a verdaderos métodos de tortura para dejar de ser quien son.

El caso de Alana Chen

Según informa The Guardian, la joven lesbiana creció en un entorno muy religioso y conservador, y nunca pudo salir del armario. Las autoridades tienen sospechas de que su muerte se ha producido por suicidio.

Al parecer, el entorno de la joven afirma que los culpables del suicidio son los responsables de las terapias de conversión para gays y lesbianas de la iglesia de Colorado, causantes de la autolesión y la muerte de Alana.

Según declararon, la chica quería ser monja desde pequeña, pero a los 14 años se dio cuenta de su homosexualidad, por lo que recurrió a su párroco para confesarse y pedirle ayuda. Este, hizo que la chica no lo contase y empezó su primera terapia.

Tras años de terapia, la joven se dio cuenta de que se lesbianismo no se podía curar y comenzó a lesionarse, lo que la llevó a que su familia la internase en un centro psiquiátrico del que salió años después.

A pesar de que aceptó su orientación sexual, la muchacha no acababa de sentirse a gusto, nunca se aceptó del todo, y su muerte se produjo el pasado 9 de diciembre en el parque Chautuauca, situado en Denver.

Acto seguido las autoridades se pusieron en contacto con las autoridades eclesiásticas de la ciudad, y su responsable negó taxativamente que en la Arquidiócesis de Denver se realizaran estas terapias de conversión.

Sancho, amigo, con la iglesia hemos topado

La iglesia puede hacer mucho bien, sí, pero ¿realmente lo hace? Desde luego, en el caso de las lesbianas y los gays, lejos de ayudar lo que hace es perjudicar hasta límites insospechados.

Estas terapias de conversión que, según afirman, no se realizan cuestan vidas. Y lo repito, cuestan vidas humanas, de personas que no hacen otra cosa que existir y tratar de sobrevivir pese a todos los impedimentos que se les ponen simplemente porque se sienten atraídas por personas del mismo sexo.

Tú sabes ya cuál es mi opinión al respecto, pero ¿cuál es la tuya?