Las terapias de conversión sexual han sido las responsables del suicidio de Alana Chen, una joven estadounidense de solamente 21 años. La culpabilización y el auto odio de siete años de presión psicológica han culminado en un trágico desenlace.
Las terapias de conversión sexual como modo de tortura psicológica
Alana se dio cuenta de que se sentía atraída por las chicas a los 14 años. Se crió en un ambiente muy religioso y conservador, de hecho ella tenía intención de ser monja. Así que al descubrir su orientación sexual tuvo miedo. Decidió contárselo al sacerdote de su iglesia quien le instó a no decírselo a nadie más y le aseguró que él le iba a ayudar a curarse. Ese día comenzaba su primera terapia de conversión. Cuando comenzó estudios universitarios, ya fuera del alcance de aquel sacerdote, siguió tratando de “curarse” para poder ser lo que ella consideraba normal y aceptado. En este tiempo encontró con una asociación que se encargaba de esas cosas y prosiguió con sus terapias de conversión sexual.
Obviamente Alana no dejó nunca de ser lesbiana, algo que cada vez aceptaba peor. Sentía un rechazo y un horror tan fuerte por su orientación sexual que comenzó a autolesionarse de forma sistemática hasta que sus padres descubrieron las heridas que se había infringido y la internaron en un hospital psiquiátrico. La joven tuvo que dejar sus estudios para centrarse en recuperarse emocional y psicológicamente. Al salir de la clínica tomó la decisión de vivir en coherencia consigo misma, respetando su identidad y contactó con el periódico Denver Post para denunciar lo terribles, tóxicas y destructivas que son las terapias de conversión.
Pero la psique de Alana estaba ya profundamente dañada. En la entrevista que dio para dicho medio habló acerca de su relación con Dios y su sufrimiento. Los tratamientos impartidos por los religiosos habían sido tan nocivos que sentía un continuo terror al infierno a la vez que experimentaba una profunda tristeza al sentirse traicionada por su Dios. Tenía una lesbofobia profundamente internalizada y absolutamente dañina para su autoestima. Alana no podía asimilar y sentirse bien con su propia orientación sexual pero tampoco encontraba cómoda en sus creencias religiosas. Esta lucha interna constante y llena de sufrimiento fue lo que llevó a Alana a quitarse la vida. La policía encontró su cuerpo en un parque de Denver, después de haber estado dos días desaparecida.
¿En qué consisten las terapias de conversión sexual?
Cada centro o asociación tiene sus técnicas, estas son las más recurrentes.
- Religión y medicación. Como en el caso de Alana, muchas de estas terapias están promovidas por organizaciones religiosas y suelen consistir en medicamentos como ludiomil o dogmatil, utilizados para dolencias neurológicos y psiquiátricas, además de repeticiones de rezos y oraciones.
- Terapia de aversión. Al más puro estilo Naranja mecánica, se trata de generar una respuesta negativa ante estímulos visuales homoeróticos, inyectando al paciente determinadas sustancias.
- Castración química. Por supuesto también está prohibida pero se ha registrado la utilización de medicamentos que disminuyen la producción hormonal para anular la líbido.
- Terapia y charlas. Disfrazadas de terapias psicológicas para ayudar a los pacientes, resultan ser sesiones de conversión sexual en las que se utiliza, la culpabilización o la vergüenza como manipulación psicológica.
Todas estas modalidades de “terapia” son, evidentemente maltrato y tortura, incluso cuando el propio paciente acude de forma voluntaria.
En estas terapias se infunde miedo a las personas y a la vez se potencia el odio que sienten hacia ellas mismas. Una mezcla de sentimientos tóxicos que ha llevado al suicidio a muchos jóvenes como Alana. Recordemos que una de las propuestas de VOX, es legalizar este tipo de terapias para menores LGTB, dejando que sean sus padres quienes decidan si les obligan o no a someterse a una.
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