Sí, hay un secuestro de óvulos en Polonia. Son cientos los embriones fertilizados que, desde hace ya unos cuatro años, aguardan a el gobierno del país permita a sus madres llevar a cabo la gestación.

Secuestro de óvulos en Polonia

¿Y cuándo será eso? Cuando todas esas mujeres tengan en su vida a un hombre que acepte legalmente la paternidad. Mientras tanto todos los óvulos fecundados, quedarán retenidos. Todas ellas, pasaron por un proceso largo, difícil y costoso para conseguir fertilizar uno de sus óvulos. Consideran que esta medida es un castigo por no concebir de la forma “tradicional” y cumpliendo con los preceptos de la Iglesia. El Gobierno polaco, ultraderechista y ultraconservador, lo entiende una forma de proteger a los niños futuros de una vida que consideran indigna, por haber sido concebidos mediante un sistema “malvado y vil”.

Esos son los adjetivos que utilizó el abogado eclesiástico Mikołaj Pawlak, asignado por el Gobierno polaco para el cargo de Defensor del Niño. Aunque no tenga ningún tipo de experiencia trabajando previamente en alguna cuestión relacionada con la infancia. Pero Pawlak cree que sabe de lo que habla y dice que un infante que no vaya a criarse en una familia heterosexual, católica y casada por la Iglesia, jamás estará lo suficientemente protegido.

Este señor ya había metido mano a la Ley de Menores, proponiendo la reducción de responsabilidad judicial desde los 13 años a los 10, al igual que la madurez moral. Esto quiere decir que un niño de 10 años puede ser detenido por la policía, interrogado, detenido, y acumular antecedentes penales. ¿Más perlas del “defensor” del niño? Hace unos meses afirmaba públicamente que conviene hacer diferencias entre una paliza y un bofetón que no deja señales. Este defensor del castigo corporal aplicado a niños, tiene dos hijos. 

Ultracatolicismo polaco

El partido Ley y Justicia (PiS por sus iniciales en idioma polaco) ganaba las elecciones en 2015. Sus ideas se basan en una visión de la sociedad ultracatólica. Su objetivo principal es el de modelar a lo que han denominado como “los nuevos polacos”. Para ello, comenzaron a establecer leyes para castigar cualquier tipo de familia que no fuese la pareja heterosexual, polaca, casada por la Iglesia. Y claro, según este ideario, las mujeres que buscaban ser madre mediante la FIV, necesitaban encontrarte con todos los obstáculos posibles para conseguirlo. Así que la primera medida fue retirar la financiación pública de estos tratamientos. En segundo lugar se decidió que los óvulos de mujeres polacas que ya estaban fertilizados, deberían permanecer congelados en los laboratorios. Allí quedarán almacenados hasta que sus dueñas no aparezcan con un hombre como pareja, que se comprometa a ser el responsable legal del futuro bebé. 

Muchas de estas mujeres finalizaron el tratamiento pagándolo de su bolsillo o acudiendo a empresas extrajeras. Y de pronto se encontraron con un secuestro de óvulos. El Gobierno asegura que solamente se devolverán si acatan unas creencias y un modo de vida. Cientos de polacas, solteras o LGTBI, siguen abonando el pago para la conservación de los embriones a la espera de que en algún momento puedan gestar a sus hijos.