La presión estética y la salud mental están muy relacionadas sobre todo en el sector femenino de la población. Según un estudio que llevó a cabo la revista americana SELF junto con la Universidad de Carolina, 3 de 4 mujeres de los Estados Unidos en edades comprendidas entre los 25 y los 45 años, presentan algún síntoma de trastorno de la alimentación, como consumir laxantes o provocarse el vómito sin llegar a desarrollar por completo un trastorno de la conducta alimentaria o TCA. Estas cifras se pueden trasladar a muchos otros países. 

Trastornos y autolesiones

Estos datos son de hace algunos años y se trata de una media bastante general, aunque alarmante de por si. Sin embargo en el día a día y viendo la situación más de cerca, la realidad es que este tipo de síntomas van atrapando a niñas cada vez más pequeña, presentándose incluso a los 10 años o menos.

Tenemos más datos alarmantes extraídos de los resultados de once estudios hechos también en estados unidos acerca de la autoestima en las adolescentes del país. El 44% de las chicas de instituto está tratando de perder peso. Esto ocurre en tan solo el 15% de los chicos de la misma edad. Los datos también mostraron que el 75% de las jóvenes adolescentes que tenían una baja autoestima caían en conductas de riesgo como auto lesiones, trastornos alimenticios, beber en exceso o fumar. El porcentaje disminuía al 25% en las chicas con una autoestima sana. 

Pero aún hay otro dato de duele leer. Más del 70% de las adolescentes estadounidenses de entre 15 y 17 años, evitaban realizar actividades normales de su día a día como ir a clase, cuando se encontraban mal con su imagen. Es decir, las jóvenes dejan de desarrollarse como personas en distintas facetas de su vida, cuando sienten que no encajan con el canon de belleza. 

La presión estética y la salud mental

Este es un problema socia que va mucho más allá del aspecto físico. La presión estética y la salud mental están, como ves íntimamente relacionadas, porque la primera tiene graves consecuencias sobre la segunda. 

La belleza o la idea de belleza es la representación de la más pura misoginia. Si no eres lo suficientemente guapa no mereces la pena, no vales, no luchas por tu sueños, no mereces disfrutar y reír. Afecta también a conductas racistas, que lleva a las mujeres a alisar su cabello afro, a blanquearse la piel, a disimular los ojos… Por supuesto también excluye a otros colectivos como las personas con diversidad funcional y por supuesto a las personas transexuales al dictaminar cuales son los genitales más apropiados para cada cuerpo o que rasgos son o no son propios de una mujer “real”. 

Pero, ¿cómo se relaciona esto con el tema de la salud mental? Exigir a las mujeres desde niña que encajen en cierto patrón, ametrallando nuestras retinas a diario de imágenes de cuerpos imposibles, de cabelleras imposibles, de pieles imposibles y de recomendaciones sobre como alcanzar esos imposibles, tiene consecuencias. Estar sometidas a constante juicio sobre lo más o menos guapas que están, a lo lindas que se ven por lo que han adelgazado o a lo poco que te arreglas si has cogido peso o no te maquillas, también.

Un problema social y político

Todo esto conduce a que miles de mujeres en el mundo sientan una tremenda culpabilidad después de cada comida hasta el punto de introducirse los dedos en la boca para vomitar y eso es un grave problema de salud mental.  Esto también desemboca en niñas, adolescentes y mujeres adultas inseguras, que no levantan la mano en clase, que se quedan en un rincón de la fiesta o que no se sientan capaces de enfrentarse a sus compañeros de trabajo o su jefe. En mujeres, en definitiva que no han podido desarrollar todo su potencial. ¿Es ahí donde la sociedad nos quiere? 

La salud mental también es una cuestión política y social. Miles de mujeres somos ninguneada por nuestra apariencia física, por no alcanzar ese estereotipo diseñado de mujer ideal. Y todo esto requiere una respuesta política. Las mujeres no podremos ser libres en tanto que nuestra calidad de vida y nuestra salud mental se encuentran tan seriamente menoscabadas por la forma en la que nos percibimos a nosotras mismas.