La homosexualidad durante el franquismo fue duramente represaliada. El dictador temía que los valores tradicionales de la familia se rompiesen (¿te suena esto?).  El éxito de su propaganda y sus cambios políticos dependían precisamente de estos valores.

Homosexualidad durante el franquismo

Así pues las personas homosexuales y especialmente los hombres gay, se llegaron a considerar como traidores del nacional catolicismo. En la consolidación de este nuevo reino era algo que no se podía permitir, así que se hizo un cambio en la Ley de Vagos y Maleantes, que se había instaurado en la II República. Ahora uno de los enemigos de la nación a combatir era la diversidad sexual. 

El objetivo era reconducir a los “invertidos” para proteger a España. El franquismo quería que la homosexualidad fuese un delito. Con este propósito se implantaron medidas para impedir su difusión. Según el dictador y su equipo, estas conductas eran ofensivas para la moral del país, ya que agraviaban las buenas costumbres que eran el pilar de la sociedad Española. Pero claro, había que maquillar un poco estas medidas para que fuesen más aceptadas. No se quería mostrar abiertamente que se pretendía reprimir a todo el colectivo LGTBI.

Reformar a los invertidos

Así pues en texto se apuntaba que no eran penas, sino que se trataban de medidas de seguridad para prevenir y corregir a los ciudadanos “caídos al más bajo nivel moral”. El eufemismo es tremendo, Franco decía que no se castigaba, que se protegía.

La realidad es que la homosexualidad durante el franquismo fue perseguida y castigada sin miramientos ni compasión, de forma salvaje. Los que no eran asesinados o apaleados por la policía, eran encarcelados. Se calcula que durante la dictadura, fueron apresados hasta 5000 homosexuales. La ley a menudo influye en el concepto que la gente tiene sobre algo y define lo que es ético y lo que no por encima de la opinión individual, aunque objetivamente sea injusta. Es decir, crea prejuicios socialmente aceptados. Esto ocurrió durante el franquismo y ser gay o lesbiana era tan reprobable y escandaloso como ser un enfermo sexual o un proxeneta. Así que, al temor del castigo penal, se sumaba la exclusión y el estigma en todos los sectores de la sociedad. Había que vivir en un armario cerrado con varios candados. 

Torturas sin indemnizar

Al finalizar la dictadura, la mentalidad se abrió un poco. Los crímenes del franquismo se pusieron en tela de juicio, pero no ocurrió lo mismo con la comunidad LGTBI. La reforma penal consistió en sustituir la ley de Vagos y Maleantes por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Según esta, la conducta homosexual continuaba siendo un delito castigado con penas de cárcel, multas e incluso palizas.  Igual que en la anterior Ley, se pretendía hacer un trabajo de “reforma”, por lo que muchos de ellos acabaron en psiquiátricos para ser maltratados con electroshock, torturas psicológicas o lobotomías para transformarlos en gente “normal”.

No fue hasta 1979 que se eliminaron decretos que criminalizaban la homosexualidad, y en 1989 se derogaba la ley. España lleva 40 años sin catalogar al colectivo LGTBI como vagos y maleantes. Sin embargo el gobierno es todavía reticente a reparar y dignificar la memoria a todos aquellos que vivieron la homosexualidad durante el franquismo como una pesadilla. Solamente 116 personas han recibido una indemnización en los últimos 10 años.