Vida Alegre (Laetus Vitae) es el primer centro de día para mayores LGTB de América Latina. Se encuentra en el centro de Ciudad de México y está frecuentado por unas 40 personas para tener parte en las distintas actividades que se organizan semanalmente como talleres, proyección de películas, misas o apoyo psicológico.
Los principios de este centro de día para mayores
Esta casa tan inclusiva se inauguró en 2018, como una iniciativa gratuita, por Samantha Flores. Flores tiene 87 años y es una mujer transexual que ha dedicado la mayor parte de su vida al activismo LGTB. Actualmente, el centro Vida Alegre funciona muy bien y se trata de un bonito proyecto reconocido en todo el mundo. Pero la travesía hasta llegar a esto no ha sido sencilla. Si las personas mayores heterosexuales están bastante abandonadas, las homosexuales o transexuales, son completamente invisibles en la sociedad. ¿Cómo surgió la idea? Fue en los 90, cuando Samantha estaba trabajando en una asociación que ayudaba a menores seropositivos. Un compañero sugirió la idea de crear un albergue similar al que tenían los jóvenes con VIH, pero para ancianos LGTB. Tuvieron que pasar aún 20 años hasta que la idea se pudiese materializar.
En los comienzos, la casa se identificaba con una pizarra colocada en el exterior junto a la bandera arcoiris. En la pizarra parecía el nombre y la actividad que se realizaba, sin embargo nadie entraba. Pero la voz se fue corriendo y poco a poco se fue popularizando, convirtiéndose en un referente en el país y lugar de reunión y libertad para las personas mayores del colectivo.
Un santuario de respeto y libertad
Los mayores que acuden al centro, llegan emocionalmente lastimados y la mayoría necesitan recibir atención psicológica. Muchos de ellos han tenido una vida difícil y han sufrido maltrato, discriminación, rechazo familiar e incluso palizas. La casa Vida Alegre resulta para ellos un bálsamo donde recuperarse de sus heridas y disfrutar de una compañía respetuosa y donde empoderarse como personas LGTB. Se llegan a crear bonitos lazos de amistad.
En muchos casos acuden para conocer a otras personas. Algunos de ellos, nunca han conocido a personas de su edad y de su mismo colectivo, porque la mayoría han tenido que vivir en el armario.
El perfil de casi todos los usuarios del primer centro de día para mayores LGTB en México, son personas de entre 65 y 80 años. Samantha es la única que supera esta edad. Cuenta con 12 voluntarios, muchos de ellos universitarios LGTB. Ellos se encargan de organizar actividades, creando así un conmovedor ejemplo de solidaridad entre generaciones.
Si bien hoy día el colectivo LGTB está protegido por la ley en México, las pasadas generaciones vivieron una fuerte represión. Los mayores de hoy sufrieron graves abusos policiales durante su juventud, en especial las personas transexuales, las peor tratadas de la comunidad. Las personas de clase social alta podían vivir mejor, pero los de clase media y baja eran objeto de persecuciones, escarnio y violencias. En la actualidad existen tres mujeres transexuales en instituciones de Ciudad de México, lo que denota un reconocible avance.
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