¿Cómo era ser lesbiana en la España de los años veinte? Resulta que Marcela y Elisa, dos maestras gallegas, se casaron por la iglesia en 1901. Se considera el primer matrimonio gay sucedido en el país. ¿Cómo lo hicieron?

El primer matrimonio entre mujeres

Obviamente, una de ellas se tuvo de disfrazar de hombre. Pero lo hicieron y pudieron convertirse en un matrimonio más. Se sabe porque está documentado, pero solo es uno de los muchos ejemplos que reflejan que las lesbianas han estado siempre en el mundo, amándose en secreto y tratando de cumplir sus sueños cuando todo estaba en su contra.

En aquella época la situación en España era complicada y mientras Elisa y Marcela se casaban bajo una identidad falsa, en Reino Unido, escritoras como Radclyffe Hall, publicaban obras donde se normalizaba y se reivindicaba la orientación lésbica. En Francia, a principios de siglo personajes como Natalie Clifford Barney o Colette, mantenían relaciones con otras mujeres con absoluta libertad sin levantar más escándalo que cualquier otro cotilleo de la sociedad de la época. También Missy, quien fue un popular artista, era abiertamente transgénero. 

En España, por aquel entonces los amoríos entre mujeres se llevaban con enorme discreción. La vida de una lesbiana en la España de los años veinte no era fácil. Hay algunas evidencias históricas que nos pueden dar alguna idea. Por supuesto cada relación y cada mujer era un mundo pero los registros de la época reflejan que a las lesbianas se las estereotipaba según dos clichés. Por una parte estaba la mujer marimacho, con unos modales que trataban de imitar al hombre. Eran aficionadas al aguardiente, al vino y al tabaco. El segundo estereotipo era la mujer tipo flapper, de las que escribimos en este artículo y a quienes debes conocer. Estas mujeres eran definidas por los manuales de psiquiatría de aquellos años como atractivas, morenas, altas, bien formadas, serias y altivas. Vamos, esas que hoy tendrían que escuchar el típico “vaya, no pareces lesbiana”.

Lesbiana en la España de los años veinte

Es en los círculos culturales donde se puede encontrar más documentación de relaciones lésbicas. El caso de Lucía Sánchez Saornil destaca por que está registrado con detalle. Lucía trabajó entre los años 1916 y 1931 en la compañía telefónica hasta que fue expulsada por estar involucrada en actividades sindicales que a sus superiores no les gustaron mucho. Se decía por aquel entonces que una mujer solamente podía ser monja, maestra, telefonista o reina. Por eso, las trabajadoras de esta compañía eran mujeres bastante libres e independientes. La relación de Lucía con América Barroso era conocida en determinados círculos, y fue ella quien fundó la revista Mujeres Libres. Como también escribía, plasmó en su literatura sus inquietudes feministas. Una mujer, sin duda admirable y valiente.

Otras mujeres que se atrevieron a salir del armario fueron la pintora Marisa Roësset, o la abogada Victoria Kent, que además fue una de las tres primeras mujeres españolas que alcanzaron el puesto de diputadas. Irene Polo y Carmen de Burgos, ambas periodistas. Elena Fortín, Matilde Ras y Carmen Conde, escritoras. Victoria Durán, escenógrafa. Y muchas más. Muchas se reunían en el círculo sáfico de Madrid, un club similar a los Círculos de Costura en Estados Unidos. Se convirtió en un lugar de encuentro y charlas para mujeres. Fue Durán quien lo fundó y sirvió de inspiración a Rosa Chacel para su novela Acrópolis. 

Ellas eran mujeres privilegiadas que pudieron vivir su sexualidad con cierta libertad a pesar que socialmente se las consideraba invertidas y enfermas. El código penal clasificaba el “escándalo entre hembras” como un delito. Por eso, en otros ámbitos y clases sociales, muchas mujeres tuvieron que esconderse, disfrazarse o, tristemente, ignorar sus sentimientos.