Cuando ya pensábamos que ser poliamorosa era simplemente una moda pasajera el tema vuelve a estar en la palestra. Ya sabemos que la elección es nuestra, lo que no sabemos es qué hay detrás de esa elección. Al margen de la libertad individual, el poliamor esconde más de lo que parece.

Ser poliamorosa como activismo feminista

Según Brigitte Vasallo, autora de Pensamiento monógamo, terror poliamoroso; el poliamor es según sus propias palabras una forma de anarquía relacional. Pero la autora va más allá del poliamor, llamando la atención sobre toda forma de relación no monógama. Para Vasallo, lo importante es revelarse contra la organización jerárquica de la sociedad heterosexual. Dentro de esta organización, la monogamia siempre según la autora, protege el núcleo reproductor con dinámicas de confrontación y exclusión.

Como activista, Brigitte Vasallo propone un movimiento terrorista de las relaciones. De esta manera se reivindicarán todo tipo de identidades que no aparecen en los binarismos heterosexuales. Dar visibilidad a esas identidades múltiples a través de las relaciones no monógamas es para ella vital para luchar contra la sociedad patriarcal.

No obstante, lejos del pensamiento crítico de la sociedad y el punto de vista revolucionario de Vasallo, la cuestión es por qué el poliamor tiene tanto éxito. Si nos paramos a pensar, seguro que surgirán cientos de respuestas, pero como este artículo no dispone de tanto espacio, analicemos las principales.

Argumentos para ser poliamorosa

Dentro de los argumentos más esgrimidos para defender el poliamor están la libertad de elección y la idea de que la monogamia es una imposición social. Los defensores de la actitud poliamorosa defienden que el ser humano no es monógamo por naturaleza. Para ello se basan en que los animales salvajes no son monógamos, sino que buscan parejas sexuales por puro instinto.

El argumento anterior puede parecer convincente, no obstante, en la madre Naturaleza sí que hay animales monógamos. Según los estudios, los pingüinos, las orcas, los cisnes, las nutrias, los lobos, los ratones de campo, los agapornis, los gibones, las tórtolas, y hasta los caballitos de mar son monógamos. Y hasta donde sepamos, no han escogido la monogamia por una imposición social heteropatriarcal, de hecho, entre estas especies también hay casos de homosexualidad.

Desmontada la primera razón de peso para que una persona sea poliamorosa, nos queda la segunda: la libertad de elección. Esta razón es absolutamente válida, sin duda, en el siglo XXI debemos ser capaces de elegir libremente cómo queremos vivir y amar. Si una persona en su libre albedrío y con plena madurez emocional escoge el poliamor, es algo totalmente lícito. La cuestión es si detrás de la persona poliamorosa no se esconderá una persona inmadura emocionalmente.

A veces, el poliamor es la excusa perfecta para quienes no son capaces de comprometerse en una relación. Otras veces es el disfraz perfecto para quienes no son capaces de amar, porque no saben, o no se atreven. Esto no quiere decir que no sea una opción válida, todo es válido siempre que se haga dentro del respeto y la coherencia adecuados.

En cualquier caso, ya seas monógama o poliamorosa, lo importante es que lo hayas elegido consciente y libremente.